“¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?” (Lc 1, 42-43).

Tenemos hoy la gracia de celebrar la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Ella es la emperatriz de toda América Latina, ella es patrona de nuestro continente, y por eso celebramos con mucho amor aquella que es la Madre de mi Señor y que visita su pueblo.

El Evangelio nos narra hoy María que va al encuentro de Isabel, María que va visitar a ella, María que va llevar la presencia de su Hijo para la casa de su prima. Así como María fue a casa de Isabel, María viene al encuentro de todos los hijos de Dios en todos los rincones del mundo.

Nuestro continente Latino Americano es muy agraciado por esta visita tan especial de los Cielos por medio de la Virgen de Guadalupe, que apareció a la indígena Juan Diego en el siglo XVI cuando este continente estaba siendo colonizado y también evangelizado.

En medio de un proceso de colonización tan complicado, que trajo muchas consecuencias trágicas para este continente, la Madre de Dios vino decir a Juan Diego y a cada uno de nosotros: “No te preocupes, yo soy vuestra Madre”. Madre que lleva su hijo en el regazo, Madre que ve las lagrimas, los dolores y el sufrimiento de cada uno de sus hijos. Madre que nos apunta la dirección y el camino del Cielo. Por eso, Nuestra Señora trae en sus ojos, en el rostro, la expresión, los dolores, las alegrías y el sufrimientos de cada uno de nosotros.

Que podamos abrir nuestro corazón, porque María viene traer la luz para iluminar nuestras almas

.:¡Nuestra Madre Iglesia, ¡hoy está de fiesta, la Madre Jesús viene a visitarnos!

Así como quedo en los ojos de Juan Diego la imagen de la Virgen María, quedo también en los ojos de la Virgen María la imagen de aquel pequeño indigena tan amoroso, tan devoto y fie a Dios.

Queremos estar en los ojos de Dios, queremos estar en los ojos y en los cuidados de la Virgen María, la Madre de Dios, que así como visito Isabel y Juan Diego, también nos visita. No es visita de cortesia, pero de cuidado, de presencia materna, de presencia amorosa y fecunda de Reino de Dos en nuestro medo. Ella es Aurora Luminosa que nos trae el Salvador, su Hijo Jesús.

En el tiempo de gracia, el tiempo del Adviento, que trae a nuestro corazón un nuevo aliento de la presencia bondosa de Dios en nuestro medio, que podamos abrir nuestro corazón, porque María viene trae la luz para iluminar nuestras almas. Bendita aquella que viene en nombre del Señor, bendita es ella entre todas las mujeres y bendito es el fruto que del vientre de ella nació. ¡Salve María!

¡Dios te bendiga!