17 Sep 2019

Madres, entreguen sus hijos al Señor

“Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: No llores” (Lc 7, 12 – 13).

Jesús se mueve de compasión, se llena de compasión por el dolor y por el sufrimiento del otro. A veces, miramos para Jesús y admiramos los milagros que Él realiza. En realidad, necesitamos del milagro de la compasión en nuestra vida, porque, a nuestro lado, hay muchas personas llorando y sufriendo, hay, especialmente, madres que están pasando por dolores terribles del alma, del corazón, madres que sufren por sus hijos, madres que sufren con el dolor y enfermedades para poder crear la propia familia.

Hay dolores que no hay nombre y explicación, hay dolores que van en el fondo del pecho y del alma, que llevan las madres a llorar solos, y no hay quien consuele; no hay quien se vuelve, no hay quien preste atención. Pues es siempre la madre que consuela a todos, que fortalece a todos, pero, ¿quien puede dar fuerzas para ellas?

Es Jesús quien mira para nuestra madre del Evangelio, porque ya era viuda y estaba en aquel cortejo llevando su único hijo para ser enterrado. La expresión de Jesús es moverse de compasión, y la orden de Él es: “No llores”, en otras palabras: “Yo estoy contigo”.

Si tu sufres y lloras por causa de tus hijos, entregue a Jesús

Yo quería mirar para la cara de cada madre, de cada mujer, yo quería mirar para la cara de cada sufridor, cada hermano que sufre tantas angustias, perdidas, tantas dolores terribles de este mundo y decir: “No llores. El Señor esta contigo”.

Jesús too en el cajón y aquellos que lo llevaban, pararan. Jesús quiere tocar más que el cajón, Él quiere tocar en todo lo que esta paralizando nuestra vida, esta causando dolor, sufrimientos y decir: “No llores. Quiero que tu salga de tu dolor y de tu sufrimiento. Yo estoy sufriendo contigo. Estoy a tu lado”.

Si tu sufres por causa de tus hijos, entregue a Jesús. Entrega tus hijos a Jesús, entrega tus lagrimas a Él, confía, de verdad, cada día tu vida a los cuidados de Jesús. Él no te quiere desesperada, temerosa, pero Él quiere que tu seas, de hecho, una mujer de fe, que ponga en Él toda su confianza y esperanza.

Quien cuida de tus lagrimas es el Señor Jesús. Solo Él sabe el tamaño de su dolor y todo lo que causa preocupación, miedo o incomodo, por eso, entregue todo en el corazón de Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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