“Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección” (Lucas 3, 22).
Celebremos, con toda la Iglesia, hoy, la Solemnidad, la Fiesta del Bautismo de Jesús. El Padre reconoce el Hijo por la elección que el Hijo hace: “Este es mi Hijo amado”. Jesús eligió agradar al Padre, por eso Él se convirtio semejante a Él por el cumplimiento de Su voluntad. Jesús es Hijo por excelencia, porque Él unio al corazón del Padre todos los otros hijos, Él sumergió todos nosotros en el corazón del Padre. El bautismo de Jesús es muy significativo para todos nosotros, porque en el único Hijo nosotros fuimos sumergidos. Por eso el bautismo de Jesús es la condición fundamental para que nosotros tengamos y vivamos nuestra comunión con el Padre.
Sin el bautismo no hay vida filial, no existe filiación sin el bautismo, pero existe esclavitud. Nosotros, sin el bautismo, nunca podríamos escuchar aquella voz amorosa del Padre que nos dice: “Tú eres mi Hijo muy querido”; por causa de Jesús nosotros podemos también escuchar, siendo pronunciadas sobre nosotros, estas palabras del Padre del Cielo: “Tú eres mi Hijo muy querido”.
Tu eres llamado a esta vocación tan sublime: ser encontrado en el Hijo digno del amor del Padre
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Dios nos ama en tu Hijo, por eso que no podemos estar sin Jesús y vivir sin Él, porque solo unidos a Jesús, sumergidos y bautizados en Él, nosotros podemos, constantemente, escuchar la voz del Padre que asegura Su amor por todos nosotros. Y el Padre completa: “En quien tengo puesta toda mi predilección”; Dios pone en su predilección en el Hijo, porque Jesús supo dar la vida por todos de la misma forma como el Padre hizo.
Dios tiene placer en ver la entrega de Su Hijo – “Mi predilección”, “Pongo mi predilección” – , porque el Padre se alegra cuando ve también el Hijo haciendo Su oferta de vida de la misma forma como el Padre dio todo de sí, cuando el Padre también ve esta entrega total del Hijo. Él dice: “En quien tengo puesta toda mi predilección”. Es como si Dios pudiese ver en el espejo cuando Él mira para el Hijo, es como si Dios también se alegra cuando Él asiste, de cerca, la entrega total de Su Hijo.
Tu eres llamado a esta vocación tan sublime: ser encontrado en el Hijo digno de amor del Padre, por eso tu necesita dar valor a la vida; tu necesita imitar las acciones de Cristo. Yo y tu necesitamos imitar las acciones de Cristo para que el Padre, mirando para el Hijo, reconozca junto de Él y nos ame profundamente.
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!
