24 Mar 2018

Jesús causa inquietudes en nuestra vida

La presencia de Jesús necesita causar muchas inquietudes en nuestra vida, Él necesita provocar una molestia en nosotros

“Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación” (Jn 11, 47-48).

Es necesario asumir una verdad: Jesús vino para incomodar, porque Él no quiere dejar los hijos de Dios en la comodidad del pecado y ni en la vida que no es correcta. Por eso, Su presencia causa esa inquietud.

La presencia de Jesús necesita causar muchas inquietudes en nuestra vida, Él necesita provocar un incomodo en nosotros. El remedio que no causa incomodo no es bueno, no esta purificando, no esta lavando, no esta curando y ni cicatrizando.

Jesús es la cura para los males que el pecado inflige en nuestra vida, por eso, Él incomoda nuestros pensamientos, las decisiones que hacemos, las elecciones de vida y una voluntad mal inclinada que, muchas veces, tenemos. Por lo tanto, dejémonos incomodar por Jesús.

Esta molestia necesita causar transformación y renovación de vida. Estos hombres del Evangelio quedaron incomodados, pero no dejaron la molestia transformalo, por el contrario, la incomodidad movía con sus privilegios, en la vida cómoda que ellos llevan, por eso no querían problemas con los romanos.

Muchas veces, nuestra casa esta una confusión, esta todo mezclado, pero necesitamos movernos, poner orden en la casa. Va dar trabajo, sudor, pero no podemos dejarla desordenada, y así es con nuestra vida, no dejemos la vida “parada” de la forma que esta, vamos incomodarla.

Si queremos tener salud, tenemos que incomodar el cuerpo, tenemos que hacer ejercicio, correr, “sudar la camisa”. Sin embargo, es más fácil quedar “acostado”, mirando hacia arriba, creyendo que toda la transformación en el cuerpo y en el espíritu sucede incluso con la comodidad de la vida.

Dios quiere molestarnos, movernos para cuidar de nosotros. Aquellos que no se dejan incomodar por Jesús, rechazan y quieren eliminarlo.

¡Jesús vino para molestarnos! Pero, incomodar el otro no es ser aburrido, no tiene nada a ver con eso. Incomodar el otro es provocar una reacción de cambio que solo el Evangelio puede hacer en la vida de cada uno de nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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