07 Feb 2020

Molestemos a nosotros y al mundo viviendo la verdad

“En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre” (Mc 6,27-28)

El relato dramático de Juan, el Bautista, es contado para nosotros con toda la exactitud de los acontecimientos. Primero, con lo que que Juan provoca, es decir, la molestia, porque la Palabra de Dios y su Reino provocan molestia en las personas, en el mundo, en la sociedad, en los gobernantes. Es por eso que Herodes esta molestando, perturbando, queriendo saber quien es este Hombre de cual todos hablan.

Mi hermanos, no nos acomodemos, pero molestamos el mundo anunciando la Palabra de Dios como hizo Juan Bautista.

Necesitamos ser profetas, necesitamos anunciar, porque cuando nosotros no anunciamos, el mal crece, el erro crece; y aquí es cuestión de acusar nadie de los pecados, aquí es cuestión de anunciarnos la verdad del Reino, la verdad que salva y liberta, porque es más fácil quedar en aquella posición cómoda y decir “el problema es de él, no es mio”.

Es mucho más fácil vivir nuestra espiritualidad cerrada en nuestro mundo y no anunciar. ¡No! Juan Bautista no se acomodo, Él molesto, y molesto mucho, especialmente Herodiades, cuya madre estaba viviendo de una forma ilícita con Herodes, porque era mujer del hermano de Herodes y fue vivir con el hermano de este. ¿Eso molestaba? Por supuesto que sí, porque vivían una relación ilícita. En lugar de rever la vida, ella prefirió eliminar aquel que molestaba.

No nos molestamos, pero incomodemos a nosotros y al mundo viviendo la verdad

Sin cabeza, atendiendo el pedido de Herodes, en la ocasión de su cumpleaños, su hija Herodíades bailo, y la danza agrado mucho a Herodes, así como el mundo, como la sensualidad y el placer agradan mucho a las personas, por eso ellas están se vendiendo tan fácilmente. De las danzas eróticas a la seducción que los placeres provocan, las personas están se vendiendo, se comprando tan fácilmente, y fácilmente perdiendo la cabeza.

Lo que tres cabezas perdidas – la mujer, Herodes y la hija Herodíades – lo que tres “sin cabezas” hagan: piden la cabeza de Juan Bautista, aquel cuya cabeza fue utilizada unicamente para anunciar la verdad, para proclamar el Reino de Dios. La cabeza de él es cortada, puesta en un plato y entregue a la mujer como un trofeo, pero nosotros no podemos perder la cabeza, el juicio, el buen sentido, a la rectitud ni la moral.

Lo que nosotros necesitamos es tener la cabeza y corazón en Dios para no desviarnos de la verdad y vivirnos en Cristo, pero la coherencia de vida ni siempre es fácil.

No nos acomodemos, pero incomodemos a nosotros y al mundo viviendo la verdad.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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