16 Apr 2021

Hagamos de la comida un momento sagrado

“Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron” (Jn 6, 11).

Necesitamos aprender con Jesús como hacer comida y, al mismo tiempo, como transformar nuestro momento de comida es un don para Dios y para los hermanos. La primera cosa es que delante de la inquietud con la cantidad de panes, delante de muchas personas hambrientas, sedientas y necesitadas del pan de cada día, el Maestro Jesús nos enseña que no debemos descuidar ni sernos indiferentes con quien no tiene el pan de cada día para comer.

Por eso, cuando nos sentamos en la mesa para la comida, la primera cosa que necesitamos hacer es dar gracias a Dios, es volver los ojos para los Cielos y reconocer que todo que tenemos es dadiva divina. Seamos agradecidos, demos gracias al Señor Nuestro Dios por nuestro pan cotidiano.

Enseñemos a los nuestros, tengamos la práctica, en nuestras casas y familias, de rezar durante la comida. Rezar antes de la comida es, en primer lugar, dar gracia, bendecir y dar gracias al Cielo, porque tenemos el pan de cada día. Y ese pan que recibimos, así como hizo Jesús, nosotros distribuimos, dividimos nuestra comida y no dejamos nada perderse, porque hay muchos que necesitan comer aquello que esta restando en nuestra mesa.

Necesitamos aprender con Jesús como transformar nuestra comida en un don para Dios y para los hermanos

Que hagamos del momento de la comida un lugar, un momento sagrado para nosotros y para los nuestros, pero que nunca nos olvidemos de aquellos que no tiene lo que comer, no tiene el pan de cada día, de aquellos que carecen del alimento en sus mesas. Aquello que tenemos en nuestra casa pertenece a nosotros y a los pobres, a los hambrientos y necesitados.

Jesús no solo multiplica los panes, pero nos enseña también la gracia de dividirnos nuestro pan con los nuestros. La receta es esta: cuanto más dividimos, más se multiplicará el pan en nuestras mesas; cuanto más distribuimos lo que tenemos con los demás, más Dios provee en nuestra mesa para que cuidemos unos de los otros.

Hagamos la gracia de compartir, agradecer a Dios, a cada día, por el pan de nuestras mesas sin dejar desperdiciar una sola migaja. Comamos bien, saciemos con el pan sagrado que tenemos en nuestra mesa, pero, al mismo tiempo, hagamos multiplicar lo que tenemos para dividir con los que no tiene, y Dios va multiplicar en nuestras mesas el pan de cada día.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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