26 Aug 2019

Vamos esforzarnos para vivir nuestra religión sin hipocresía

“¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas!” (Mt 23, 13-14)

La Palabra de Dios, hoy, se referendo a los maestros de la Ley y a los fariseos, sobre las personas religiosas, pues, los maestros de la Ley son aquellos que conocen la Ley de Dios, conocen, incluso, las matiz menores de la Ley y son maestros, doctores y conocedores, son aquellos que enseñan a los otros como vivir la Palabra y la Ley de Dios.

Los fariseos, aún que tengamos dado una connotación negativa, son las personas que practican la religión, son aquellos que están siempre en la sinagoga, en el tiemplo, pagando diezmo, cumpliendo los rituales religiosos. Hay, sin embargo, algo que tiene caracterizado los hombres de ayer y los hombres de hoy también en las practicas religiosas, que es, justamente, la hipocresía.

Jesús no estaba condenando los hombres por ser doctores de la ley o fariseos, lo que los estaba condenando era de hecho de ser religiosos hipócritas. Ellos exigían de los demás lo que ellos mismo no vivían; ellos era duros y muy exigentes con los demás, pero ocultan y ponen en la penumbra del corazón las practicas inconvenientes, las practicas hipócritas que vivían en el corazón.

La religión verdadera es de aquella que escucha la Palabra y se esfuerza, de todo el corazón, para vivirla sin hipocresía

La religión es para ser vivida con seriedad, y Dios tiene misericordia de nuestros pecados, de nuestras debilidades, de nuestros errores y limites. En la misericordia, Dios nos va fortaleciendo para que ella es una faja que cierra nuestros ojos, para que miremos nuestro interior o siempre este encubriendo y disculpando nuestras practicas, además, nos convertimos muy duros y hasta gruesos en la cobranza de la practica de los demás.

Es muy fácil ver las personas hablando con vehemencia, cobrando los demás y exigiendo algo de ellos, pero la practica religiosa no corresponde. Como es duro, en nuestra casa, los padres quieren cobrar de sus hijos lo que ellos mismo no viven. ¿Cómo quieren que los hijos sean disciplinados o tengan vida de oración?

El lema de la hipocresía es aquel: “Haga lo que haga, pero no haga lo yo hago”. Es el dictado más hipócrita del mundo. Haga lo que busco hacer, hacer lo que estoy me esforzando para ser y perdonarme, muchas veces, no consigo hacer lo que yo mismo hablo, pero tu quiero esforzarme para hacer, porque lo que es para ti tiene que valer mucho más para mí que estoy hablando.

Estamos transformando nuestra religión y nuestras practicas en practicas hipócritas, cuando queremos exigir de los demás lo que no nos esforzamos para hacer o encubrir, y disculpamos lo que hacemos. La religión verdadera es aquel que escucha la Palabra y se esfuerza, de todo el corazón, para vivirla sin hipocresía.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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