18 Jul 2018

Dios hace morada en los corazones humildes

Dios no esta en los sabios ni en los entendidos, pero en los corazones, en las almas humildes

“Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado” (Mt 11, 25).

El corazón de Jesús esta alabando, agradeciendo, bendiciendo, adorando y glorificando el Padre, porque Él realiza maravillas en nuestro medio. ¿Y cuál es la gran maravilla que el Padre hace? Él habita en nuestro medio, esta viviendo entre nosotros. ¿Dónde el Padre vive? ¿Dónde nuestro Dios vive y habita?

Él no esta en los sabios ni en los entendidos, pero en los corazones pequeños, en las almas humildes, en aquel que se hace pequeño. Es allí que el Dios grande habita. Es bueno parar para escuchar personas sabias, entendidas, llenas de conocimientos, de ciencias y cosas teóricas para enseñarnos.

Encontramos sabiduría humana, pero no encontramos Dios, no encontramos la paz ni la presencia amorosa del Señor en nuestro medio. Necesitamos ser el lugar de la morada del Señor, que habita en nosotros cuando nuestra alma se convierte verdaderamente humilde.

Ser humilde no es fácil. Podemos incluso nacer humildes, pero a medida que vamos caminando en las carreteras de vida, vamos acumulando los orgullosos del mundo. A veces, nuestros padres tienen exceso de orgullo de nosotros, y así nuestro orgullo se hincha, crece y vamos aprendiendo a acumularlo, a ser mejor en eso o aquello. Algunos dicen: “Conquisté eso o aquello. Yo soy así. Yo descubrí. Yo sé. Yo puedo”. Estas son las ventajas, las vanaglorias del mundo, la soberbia humana, pero el peor del todo son las vanidades de la vida.

Las vanidades deslumbran nuestra mirada y nos llenan del orgullo del mundo. Para encontrarnos con el Señor de la vida, para que Él haga morada en nosotros, es necesario deshacer del orgullo que creó en nosotros.

“Yo te alabo y te bendigo, Padre, porque el Señor hace morada en nuestro medio. ¿Y dónde te encuentro? Te encuentro en mí, en mí hermano y en las personas que se hacen pobres y humildes de corazón, porque allí es el lugar de Su morada.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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