10 Nov 2019

Deseemos el Reino de los Cielos

“Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, pues todos viven para Él”  (Lucas 20,38).

La Palabra de Dios que viene a nuestro encuentro, en el día de hoy, es, la verdad, una oportunidad para elevar nuestra fe, para encender la llama de la fe en nosotros. Muchas veces estamos tan presos a este mundo que perdemos el sentido de la eternidad, el sentido del Cielo y, realmente, encaramos la muerte como el fin, como si no tuviéramos fe.

Son los paganos  o los incrédulos los que no creen en la resurrección y, fíjate que, en el Evangelio de hoy, son los saduceos, son los hombres religiosos los que no se convencen de la posibilidad de la resurrección de los muertos y se colocan en un lugar de mucho cuestionamiento a Jesús. “Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. En la resurrección, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? porque los siete la tuvieron por mujer.” (Lucas 20,29-33).

En el reino de los Cielos no seremos de nadie, seremos todos de Dios porque todos estaremos en su presencia, pues fuimos creados para vivir siempre con Él.

En el reino de los Cielos todos seremos de Dios porque estaremos en su presencia

No perdamos la dimensión de la eternidad, pues estamos de pasaje en esta vida. En este mes, donde celebramos a los santos y a los fieles difuntos, la Iglesia nos invita a que cada día profundicemos nuestra fe en la esperanza de la resurrección final.

La esperanza no es solo algo que vendrá después; es una esperanza que nos mantiene vivos y convencidos de la certeza de que Dios nos creó para la vida. Dios no nos creó para la muerte, nuestro Dios no es un Dios de muerte. Nuestro Dios es el Dios de la vida. Algunos dicen: “¿Por qué Dios me lo sacó?”.

Dios no nos saca nada, pero Él es quien da la vida. Si alguien murió por circunstancias dolorosas, desagradables y trágicas o si alguien murió muy tempranamente, puedes tener la certeza de que Dios no quiere la muerte de ningún pecador, sino que se convierta y tenga vida.

 Nuestro Dios es el Dios de la vida, somos nosotros los que cuidamos nuestra vida y, muchas veces, por descuidos en diversas situaciones, nuestra vida termina tempranamente, de forma desastrosa e inesperada, pero lo más importante es que estamos esperando ansiosamente por la vida que nos espera.

Creemos que la vida aquí en la tierra es buena porque no sabemos cómo es vivir en la eternidad. Dios que nos dio la vida aquí, con todas las bellezas y gracias para vivir, si Él nos dios eso, imagina lo que dará a aquellos que fueron dignos de la vida futura con Él, dignos de la vida eterna.

Ojos no vieron y la capacidad humana no es capaz de comprender lo que Dios tiene reservado para aquellos que lo aman, por eso, aspiremos a los cielos, busquemos los Cielos viviendo cada día de nuestra vida aquí en la tierra, en este valle de lágrimas, sin perder la dimensión de la eternidad, mantengamos siempre la convicción de que nuestro Dios es el Dios de la vida; y la vida eterna es lo que nos quiere conceder a todos nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

Pedido de Oración

Enviar
  • Aplicativo Liturgia Diária

    Com o aplicativo Liturgia Diária – Canção Nova, você confere as leituras bíblicas diárias e uma reflexão do Evangelho em texto e áudio. E mais: você ainda pode agendar um horário para estudar a palavra por meio do aplicativo.