08 Aug 2020

Depositemos en Dios toda nuestra fe

“Jesús les dijo: Porque ustedes tienen poca fe. En verdad les digo: si tuvieran fe, del tamaño de un granito de mostaza, le dirían a este cerro: Quítate de ahí y ponte más allá, y el cerro obedecería. Nada sería imposible para ustedes” (Mt 17, 20)

Es duro ver el padre desesperado, triste y angustiado por aquello que el hijo esta viviendo – una epilepsia, con algunas manifestaciones psíquicas de trastorno – querer ayuda, querer que el hijo sea liberto, y los discípulos no pudieran hacer nada por Él, por el contrario, tuvieran incluso miedo.

Es lo que ocurre cuando no tenemos fe, cuando tenemos de lidiar con realidades contrarias que estamos acostumbrados, cuando tenemos que lidiar con el diferente.

En la época de Jesús, no habia un diagnostico avanzado y apurado para lidiar con la epilepsia, bien como con otras patologías, enfermedades, o debilidades de la propia naturaleza. Entonces, aquello que era extraño, causaba miedo o creía que aquello era maldición o cualquier cosa parecida.

Los tiempos evolucionan y la epilepsia, la lepra y muchas otras enfermedades hay tratamientos, pero hay otras realidades que son nuevas; hay enfermedades que el cuerpo científico se inclinaba para saber como lidiar y no hay una respuesta inmediata. Lo que no se puede es asustar, no se puede dejar de cuidar, de lidiar y acoger cualquier ser humano por tus debilidades, sean ellas psicológicas, psíquicas y físicas.

Fe no es solo creer en Dios, es poner en Él toda nuestra confianza

Nuestra fe nos lleva a acoger, a cuidar y dar atención, porque ni eso los discípulos pudieran hacer con esta situación. Por eso, el padre estaba tan desesperado.

Necesitamos, por la fe, acalmar los corazones, acalmar nuestro propio corazón. Necesitamos iluminar la razón de muchos que viven desesperados en las realidades de la vida.

Jesús dijo a Sus discípulos que ellos no tuvieran fe o que era una fe demasiadamente pequeña. No tiene regla para medir el tamaño de una fe, lo que existe es la intensidad de la fe, de la confianza y de la esperanza.

¿Cómo se mide la fe? Es cuando lidiamos con las realidades que contrarían nuestra fe. Es muy bueno tener fe cuando estamos alegres y felices, pero, ¿cuándo las adversidades y los vientos contrarios viene? Si nos desesperamos, es señal de que nuestra fe es ilusoria porque ni pequeña ella es, ella es menor que un grano de mostaza, es decir, casi que inexistente.

Fe no es solo creer en Dios, es poner en Él toda nuestra confianza. Ocurra lo que sea, venga lo que sea, yo sé en quien pongo mi fe y mi confianza.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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