14 Aug 2021

Demos lo mejor de nosotros para salvar nuestra familia

“Pero si no quieren servir a Yavé, elijan ahora a quién servirán: o bien a los dioses a los que sus padres sirvieron más allá del Río, o bien a los dioses de los amoreos en el país donde viven. Lo que es yo y mi familia serviremos a Yavé”. El pueblo respondió: “Por ningún motivo abandonaremos a Yavé para servir a otros dioses” (Jos 24, 15-16).

Hoy, especialmente en la semana de la familia, queremos recordar San Maximiliano Maria Kolbe, que dio su vida para salvar la vida de un padre de familia.

La Iglesia es aquella que da la vida para salvar una familia. La familia es tan sagrada, la familia es tan importante, la familia es tan sublime, que nosotros tenemos que dar lo mejor de nosotros para salvarla.

Aquí, es importante recordar que cada padre y cada madre de familia, que cada miembro de una familia necesita también morir para salvar su familia. ¡Sí! Padre que me escucha, por favor, no sea egoísta, no quedes pensando: “Yo tengo que pensar ahora en mí”. ¡No mi hija! Tu estas viviendo la realidad del matrimonio, tú no puedes parar ahora para pensar solo en ti. Yo sé que esta es la mentalidad de la sociedad, y por eso esta disparidad de muchas separaciones.

No se puede pensar en la familia de forma egoísta, la familia se piensa en la forma de comunión familiar. Y para eso es necesario que, en la familia, tomen decisiones o las familias seguirán siendo partidas por la perversidad y por las maldades de los tiempos en que vivimos. Las familias siguen siendo partidas si ellas no toman decisiones.

Es importante recordar que cada miembro de una familia necesita morir para salvarla

Es por eso que, delante del impacto de la conquista de aquella tierra prometida, llegando allá delante de muchos dioses, delante muchas facilidades, delante de muchas atracciones que se encontraran en aquella nueva tierra, Josué reúne su casa, su familia, y dice para Israel, para toda aquella asamblea reunida: “Yo no sé tú, pero yo y mi familia estamos decididos: nosotros serviremos al Señor. Mi familia y yo serviremos al Señor, ustedes es que deciden”.

Hoy, esta cuestión está también puesta delante de nuestros ojos: ¿A quién su casa quiere servir? ¿A quién su familia quiere servir? ¿Seguimos sirviendo las ilusiones del mundo? ¿Seguimos sirviendo las propagandas de este mundo? ¿Seguimos sirviendo las ideologías de este mundo? ¿Seguimos sirviendo las ilusiones todas que el mundo impone en nuestras casas y familias, o serviremos al Señor?

Josué decidió: “Es la Palabra del Señor que nosotros queremos servir”. ¿Cómo una familia va servir al Señor si una familia no se reúne para escuchar la Palabra del Señor? ¿Cómo una familia va servir al Señor sé ni en la misa dominical es prioridad para ella? ¿Cómo una familia va servir al Señor si ni en el momento de comer ella consigue hacer una oración?

Aquí, no es una decisión intelectual, es más que eso. Es una decisión de vida, no es una decisión de la boca para fuera. De la boca para fuera nosotros somos del Señor, pero la familia no lleva una vida en el Señor, la familia pasa un buen tiempo delante de la televisión, de ordenadores, smartphones y de muchas tecnologías, pero ella no para para estar delante del Señor. La familia no consigue reunirse ni para ser familia.

¿Cómo tu familia va decidir si realmente servir al Señor si Él no es prioridad para tu casa? ¡Esta es una cuestión de vida! Josué dijo: “yo y mi familia serviremos a Yavé”. Yo pregunto: ¿Tu, tu casa, tu familia, a quien servirán?

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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