09 Mar 2019

La conversión es la invitación de Jesús a cada uno de nosotros

Lo esencial, en lo que Jesús nos trae, es el llamado a la conversión

“Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: «No son los sanos que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan” (Lc 5, 31-32).

Quien no es capaz de escuchar al llamado de Jesús a la conversión, de hecho, no necesita de Jesús. Porque Él no solo nos llama a la conversión, Él cuida de nuestro pecado. Porque, muchas veces, nosotros no sabemos y tampoco damos cuenta de lidiar con él. El pecado, por veces, se convierte mayor que nosotros, desde el menor pecado quien entro en nosotros, del menor egoismo hasta las várias faceta de la soberbia y del orgullo en nuestra vida personas.

El buen médico, Jesús vino cuidar de nuestra enfermedad. Quien esta sano, justo, santo; quien se cree Dios seguramente no necesita de Él. Por eso, el encuentro del Señor es con los pecadores. Y, por eso motivo que, al ver un hombre en el puesto de cobranza de impuestos, o, en otras palabras, el lugar donde él cometía las cosas incorrectas, hacia sus actos de corrupción, Jesús lo llama. Porque, Él no hace acepción de personas, no tiene menor pecador o gran pecador, porque Él llama a todos.

En la situación en que nos encontramos, Él nos llama: “Viene”. Y así Él llamo a Levi, así Él me llama y te llama “Venga”. Y Levi dejo todo y Siguió. Y, dejar todo es, por encima de todo, dejar mismo. Es dejar lo que somos apegados, lo que esta seduciendo y amarrado, para que Jesús realmente pueda cuidar de nosotros.

Jesús fue comer en la casa de personas vistas como pecadoras, porque Él va atrás para cuidar, en el lugar donde el pecador se encuentra. Él va atrás donde estamos y, si permitimos, Él nos va arrancar del camino del pecado que podemos estar viviendo. ¡Entonces, dejate convertir! Deja, por encima de todo, la invitación de Jesús (para seguir a Él ) llegar dulcemente a tu corazón. Pero responda prontamente al deseo de seguirlo y no más vivir en el camino del pecado.

Cuaresma es un tiempo de gracia; es un camino a ser recurrido. Y el camino que ahora recurrimos es el de cambiar la ruta de nuestra vida que, muchas veces, sigue para nuestra forma egoísta y orgullosa de pensar. Y, humildemente, queremos pensar en los pensamiento, en los sentimientos de Jesús, y arrepentirnos de nuestras faltas y pecados. Dejemos que la Palabra de Él sane nuestras falta de sanidades, pecados y todo mal que esta en nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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