28 Nov 2019

Coloquemos nuestra confianza en Dios

“Cuando comiencen a suceder estas cosas, levanten la cabeza porque su liberación está cerca” (Lucas 21, 28)

El relato evangélico de hoy nos trae situaciones calamitosas en toda la Tierra. Claro, comienza en Jerusalén de los años 70, de la era cristiana que fue destruida, pisoteada, perseguida y prácticamente extirpada. Ante esa tragedia Dios, en Jesús, y Jesús trae en nosotros la confianza en Dios, orientó a sus propios discípulos, anticipando y mostrando todo lo que va a suceder.

Jesús estaba colocando en sus corazones la firme, la confianza y la esperanza y, al mismo tiempo, enseñándoles a ellos y a nosotros, cómo lidiar con las adversidades de la vida, las grandes, las terribles y las más pequeñas con la cabeza erguida.

No es la cabeza erguida de orgullo, de autosuficiencia, de soberbia humana, sino la cabeza erguida mirando el Cielo, colocando la mirada en Jesús, la confianza en Dios, no es la cabeza agacha por miedo, pánico, como aquel que coloca las manos en la cabeza y no sabe qué hacer.

El discípulo de Jesús es el que saca las manos de la cabeza, mira al Señor y no quita su confianza y esperanza del Señor. Por eso, cuando esas cosas comiencen a suceder: levanten la cabeza porque su liberación está cerca.

Coloquemos en Dios nuestra confianza, porque la liberación está muy cerca

Lo que para el mundo es tragedia y desgracia, Dios usa para liberar del miedo, de nuestra autosuficiencia y de nuestro orgullo.

Dios se levanta para decir que está a nuestro lado, aun cuando todo parece desfavorable, trágico y hasta cuando las fuerzas de la Tierra se caen.

Es cierto que la humanidad en ella misma su confianza, es verdad que la humanidad frente a los progresos en el campo de la ciencia, la tecnología se vuelve orgullosa, autosuficiente, autónoma e independiente de Dios.

Es obvia que, cuando la sociedad se encuentra frente a sus propias maravillas, se olvidad de Aquel que es el creador de la única maravilla, la vida y la existencia pertenecen a Dios.

Las tragedias humanas no son los terremotos y las calamidades; la tragedia de la humanidad es la autosuficiencia, el orgullo y la soberbia. Cuando se olvida de su Creador y se vuelve hacia sí misma, los hombres comienzan a combatir, a crear guerras, conflictos, persecuciones y muertes, tantas veces contra los que siguen a Jesús, contra los que quieren permanecer firmes en el Señor.

El Señor nos está diciendo: si esas cosas comienzan a sucedes no nos preocupemos, coloquemos en Dios nuestra confianza, porque la liberación está muy cerca y necesitamos estar siempre cerca de la liberación que viene de Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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