12 Feb 2020

A cada día necesitamos purificar el alma y el corazón

Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!” (Mc 7, 15-16)

¡Nosotros estamos, muchas veces, conectados en las cosas que están viniendo para fuera! Es verdad que hay mucha cosa de fuera que entra en nosotros, pero el problema no es lo que esta fuera, el problema es lo que entro en nosotros.

Yo sé que la preocupación para los fariseos, segundo la Palabra, es con la cuestión de comer carne o no comer, comer las cosas con las manos puras o con las manos impuras. No, no es la impureza conectada a las cuestiones higiénicas – estas tiene que ser cuidadas como cuestiones de higiene, de salud publica -, que Jesús esta hablando no es eso que Él esta se refiriendo, pero el hecho de nosotros preocuparnos con todos los preceptos externos, y no cuidarnos del esencial, que es el corazón, lo que nosotros necesitamos hacer a cada día, purificar el alma y el corazón.

¡Que bueno que nosotros nos lavamos! Hay personas que se lavan más de una vez por día, dos, tres… ¡Se lavan muy bien! ¡Y que belleza, se lavan mismo, vivan una higiene física tan necesaria! Ah, si tuviéramos el mismo cuidado con nuestro espíritu, con nuestra alma y nuestro corazón, porque lo que esta estropeando as relaciones humanas, lo que esta estropeando el convivió humano con las impurezas que salen de dentro de nosotros.

Es dentro de nosotros que salen las agresiones, es dentro de nuestro corazón que salen las amarguras, las irritaciones, las palabras repugnantes, pesadas y duras. Es dentro de nosotros que salen mentiras, acusaciones, impurezas, todas ellas. Sí, entonces, es de nuestro interior que nosotros necesitamos cuidar en primer lugar. Nosotros no podemos descuidar de nuestro corazón, porque cuando cuidamos de nuestros corazón, las cosas van tomando direcciones equivocadas.

Toda y cualquier renovación comienza en nuestro propio corazón

Dejame decir a ti: cualquier persona que quiere discutir una relación, es decir la relación conyugal, la relación en la amista, la persona parte para discusión externa. Primero, para escuchar el otro, para acusarlo, para decir que el otro es el problema. No, esta equivocado. Toda y cualquier renovación comienza en el corazón, porque, a veces, vamos conversar con el otro con el corazón ya armado, que viene de las mentes, de las fantasías, de las cosas que están dañadas, de las situaciones que no están resueltas dentro de nosotros; y desde entonces, realmente, no se construye paz, nada se renueva, nada, realmente, llega a la concordia, porque estamos todos nosotros armados, bien muñidos de acusaciones, de aburrimiento, de tristezas, de reclamaciones para hacer sobre los demás.

Lo que nosotros necesitamos es purificar lo que esta dentro de nosotros. Solo consigue promover la paz y la reconciliación aquel que tiene el corazón puro. Y no vamos caer en el puritanismo de la visión mundana, sino en el corazón puro, renovado de las falsas intenciones, de la hipocresía. Quitamos de nuestros corazón todo espíritu de libertinaje que nos hace sentir mejores que los demás. Purifiquemos nuestro corazón de la soberbia, del orgullo, del egoísmo, del individualismo.

Cuando purificamos el corazón, nosotros conseguimos, de verdad, construir nuevas relaciones o renovar lo que esta a nuestro lado.

No es que viene de fuera que nos estropea, pero es lo que sale de dentro que nosotros no renovamos.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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