11 Dec 2017

Busquemos con sinceridad el perdón de Dios

La mayor gracia de la vida es reconocer donde esta el pecado y buscar con sinceridad el perdón de Dios

“¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados están perdonados”, o “Levántate y camina”? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico – yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa” (Lc 5, 23-24).

Jesús esta curando ese paralítico que fue a Su encuentro, llevado por aquellos hombres, con eso muestra que: la grandeza de Dios en nuestro medio, apaga, perdona y justifica Su presencia en nuestro medio.

Tal vez no tengamos consciencia de lo que el pecado realiza en nosotros, de la forma como el pecado paraliza nuestra vida, la sociedad y la humanidad.

Todos los avanzos tecnológicos que admiramos y percibimos en nuestro medio, no tiene proporción con la parálisis, con la letargo que toma cuenta de nuestras relaciones humanas por causa del pecado.

Si queremos avanzar en la fe, si queremos avanzar como personas humanas, si queremos salir de la parálisis que, muchas veces, si encuentra nuestra vida, es necesario buscar con la sinceridad del corazón, el perdón para nuestros pecados.

¿Cómo buscamos con sinceridad el perdón para los pecados? Reconociendo pecador, reconociendo los pecados propiamente dichos en nuestra vida, reconocer donde pecamos, donde fallamos, incluso, reconocer el mal que el pecado realiza no solo en nosotros, pero en la vida, en la sociedad, en nuestras relaciones humanas, el mal que el pecado causa en nuestra propia casa, en nuestra familia.

Dios no nos quiere paralizados, Él no nos quiere paralíticos. Él vino a levantarnos de lo que el pecado nos hizo sucumbir, Él vino retiranos del polvo, de la indigencia y vino ponernos de pie.

Dios nos quiere caminar y construir el Reino de Dios, pero si no encaramos con seriedad las consecuencias drásticas que Él realiza en nuestra vida, nuestra parálisis solo crece, las cosas dentro de nosotros se amontonan. Guardamos muchas cosas viejas y estropeadas que no sirven para nada dentro de nosotros. El corazón y la mente quedan pesados también. Y queremos, muchas veces, tomar remedios, solucionar el problema de una forma o de otra, pero la mayor gracia de la vida es reconocer donde esta el pecado y busca con sinceridad el perdón de Dios.

Levanta y camina, porque Dios nos quiere de pie.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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