03 Apr 2022

Presenta tu corazón delante del Señor

“Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?. Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra” (Jn 8, 1-7).

¡Palabra fuerte de este domingo! Presentamos nuestro corazón delante del Señor para que Él también nos convierta. Geográficamente, Jesús esta inicialmente en el monte de los Olivos, en un lugar predilecto de Jesús, un lugar donde Él elegía para rezar. Y la oración de Jesús no era para entrar en un estado “tranquilo”, Jesús no hacia oración para eso, pero sí para entrar en el estado “ni”. Ni piense en actuar distinto, porque la vida de Jesús fue siempre sacrificio, fue siempre lucha y probaciones.

Entonces, nosotros ya aprendemos que la oración no es para quitarnos de nuestras realidades, de nuestras probaciones, no es para aliviarnos o anestesiar nuestro corazón de las probaciones. No entremos en estado “tranquilo”; la oración nos pone justamente en el combate y en la lucha.

¿Y qué Jesús fue combatir inmediatamente después de Su experiencia de oración? Presentaran a Él una mujer en adulterio, y esta mujer representa todos nosotros, esta mujer representa nuestro pecado, representa en aquellas veces que nosotros no amamos el Señor, en aquellas veces en que nosotros engañamos, en aquellas veces en que nosotros dejamos nuestra fidelidad de lado.

La Ley era muy clara: ofender o estrangular aquella mujer, pues era una de las dos posibilidades. Me quedo pensando si Dios nos tratase como exigen nuestras faltas; ¡pobre de nosotros! (Salmo 78). Seguramente, aquellos hombres se olvidaron de reflexionar ese Salmo, seguramente ellos saltaron esta página, porque se mirasen para dentro de ellos mismo, iban ver también las contrariedades y los pecados ocultos allí dentro.

Cuando rezamos de verdad, nuestro corazón se asemeja al corazón del Padre

La justicia que viene de la oración es totalmente distinta de la justicia de los fariseos. ¿Por que Jesús ahora actúa con misericordia? Porque Jesús había rezado verdaderamente. Cuando nosotros rezamos de verdad, nuestro corazón se asemeja al corazón del Padre.

Ellos quería la muerte, Jesús quería la conversión de aquella mujer, solo eso. ¡Es lo que Jesús quiere de cada uno de nosotros! Jesús no quiere la muerte de nadie, Él no quiere la condenación de nadie, pero quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

La lapidación era un forma de asesinato colectivo en aquella epoca, porque todos allí cerca debían estar de acuerdo con aquel acto, y si un solo se manifiestase contra, aquella persona tenía que ser lapidada junto con el condenado. Entonces, era una realidad un poco así: “el macho cabrío”, aquella persona hacia la función del macho cabrío para que los demás quedasen con la conciencia “limpia”, porque, en verdad, estaban ocultando los propios pecados.

Jesús está acorralado, Él estaba, en una situación muy difícil, porque si Él dijera que “sí”, pueden ofender a Él, y Él perdería toda su credibilidad; si Él dijera que “no”, estaría contra la Ley; si dijera que “sí”, estaría contra el imperio, porque, en aquella época, solo el gobernador podría firmar la sentencia de muerte de alguien. Jesús no podía dar aquel aval; si dijera que “no”, estaría contra el pueblo que quería rebelarse contra el imperio. Es decir, Jesús esta acorralado.

Por eso Jesús va para el suelo y escribe en el suelo. No sabemos lo que Él estaba escribiendo, pero Él dio aquella pausa para mostrar que ahora el dedo de Dios estaba intentando escribir en aquellos corazones una palabra de amor, una palabra de verdad. Porque lo que Dios escribio en nuestro corazón no fue la ley de la condenación, pero fue la ley del amor y de la misericordia. Era eso que Jesús quería escribir en el corazón de aquellas personas y quiere escribir en nuestro corazones.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, HIjo y espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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