09 Jan 2020

Amemos nuestros hermanos

Si uno dice «Yo amo a Dios», y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve” (1Jn 4, 20)

Yo sé que no es muy difícil amar a Dios, porque ese ser que nos creo a Su imagen y semejanza es silencioso. Encontramos Dios en la contemplación, y, por no buscarnos una contemplación y una meditación y tan profunda, incluso apartándose de Dios en muchas cosas, entonces, no vivimos una experiencia de Dios mística y profunda.

Dios es buscado para atender nuestras necesidades, lo que queremos y necesitamos cuando, en realidad, necesitamos buscar a Él, para sernos transformados en él y en la imagen de Él.

La primera cosa que Dios hace es infundir Su amor en nosotros. Su amor en nosotros nos planifica y nos convierte semejante a Él. No es cuando hablamos de Él, cuando nos guiamos a Él, pero es cuando el amor de Él esta en nosotros; es cuando las personas vienen saliendo de nosotros un amor puro, verdadero y concreto, porque lo que ha salido de nosotros incluso en exceso son nuestros rencores, resentimientos, tristezas transformadas, muchas veces, en odio.

Que Dios nos enseñe a amar, porque, amando los hermanos estaremos amando a Dios de verdad

Desgraciadamente el odio esta presente en la hilera del cristianismo, en las hileras de los seguidores de Jesús. Hay muchas personas sembrando odio, discordia, poniéndose unas contra las otras en nombre de Jesús.

No sé cual Jesús ellas siguen, cual Dios ellas predican, ni perder tiempo para juzgar ese o aquel, pero cuando veo alguien viene hablar de Dios bonito y, en seguida, ya habla mal de otra persona; cuando veo nuestras redes sociales donde proliferan muchos pensamientos y sentimientos, personas que están allá para sembrar la discordia, yo ya ignoro.

Nadie puede sembrar a Dios y sembrar la discordia, nadie puede sembrar a Dios y sembrar odio. Nadie puede sembrar la Palabra de Dios y ponerse contra sus hermanos.

Podemos tener varias divergencias, pensamientos diferentes, podemos incluso decepcionar y lastimarnos. Paulo se desentendió con Pedro, muchos durante el seguimiento de Cristo de Cristo se desentienden, pero nada justificar odiar.

¿Cómo vamos decir que amamos un Dios a quien ni vemos? Porque no vemos a Dios, y quien dijo que ve a Él se esta engañando y queriendo engañar los demás. ¿Cómo vamos amar a Dios que no vemos, si no conseguimos amar el hermano que esta delante de nosotros? A veces, no amamos la persona dentro de nuestra propia casa, en nuestra propia convivencia. No conseguimos amar nuestro hermano de la Iglesia, hermano de fe.

No vamos para la Iglesia imponer lo que nosotros pensamos o creemos. Solo vamos para la Iglesia para amarnos, pero cuando no conseguimos amar porque creemos que los demás es un problema y quedamos lejos. Eso ocurre también con la familia, cuando no conseguimos amar dentro de la familia y quedamos lejos. Vivimos siendo aquella persona que solo se aparta, que va creando dentro de si todos aquellos sentimientos que necesitan ser purificados por el amor de Dios, peor no dejamos ser contaminados por el sentimientos negativos mundanos y, especialmente, sentimientos de odio.

Que Dios nos enseña a amar, porque, amando los hermanos estaremos amando a Dios de verdad.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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