Si vigilamos nuestra vida, estamos preparados para estar con el Señor hoy, mañana o pasado

“Por eso estén despiertos, porque no saben en qué día vendrá su Señor. Fíjense en esto: si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche lo va a asaltar un ladrón, seguramente permanecería despierto para impedir el asalto a su casa”. (Mateo 24,42-43)

La vigilancia y la espiritualidad del cuidad, de la diligencia con el alma, con la vida y con todo lo que hacemos. Vigilante no es el que lleva su vida de cualquier forma, el que no se prepara para las circunstancias ni para los imprevistos de la vida.

Todos pasamos por situaciones imprevistas en la vida en diversas circunstancias, ¿y qué es vigilar si no estar preparados, si no es cuidar de uno mismo? Cuidar de los pensamientos, los sentimientos, de lo que dentro de nosotros se torna desastroso.

A veces, llegamos de sorpresa a la casa de alguien para visitarlo, y esa persona no nos esperaba. Entonces, nos recibe solamente en la puerta, porque la casa está desordenada, generalmente no nos dejan entrar, quedan con recelo de que veamos ciertas partes de la casa y para ello cierran algunas puertas.

Nuestra habitación, nuestra casa, tiene que estar cuidada día a día; no solo cuando vamos a recibir visitas, no solamente cuando sabemos que alguien va a llegar, porque es un buen amigo, la buena visita es la que llega sin avisar y ante la que estamos preparados para recibirla.

Dios no marca una hora para venir a buscarnos, para que pasemos a estar con Él, pero si tenemos vigilancia en nuestras vidas, estaremos preparados para estar con el Señor hoy, mañana o pasado, no vamos a decirle: “Espera Señor, tengo que arreglar mi casa”.  

Cuida siempre tu corazón, mantenlo en orden. Estemos con las cosas cuidadas, para no ser sorprendidos por la vida. Quien se cuida día a día vive bien la vida, quien se descuida de la vida es tomado por los imprevistos.

¡Que Dios nos de la espiritualidad de la vigilancia y cuidado de nuestra vida diariamente!

¡Dios te bendiga!