05 Sep 2021

La gracia de Dios quiere tocarnos

“Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos” (Mc 7, 32).

Estamos acompañando la liturgia de este domingo, donde este hombre sordomudo y que hablaba con dificultad es presentado a Jesús; él no era de nacimiento, se convirtio a lo largo de la vida por alguna dificultad, por algún problema, porque él hablaba, pero con dificultad.

La verdad es que nosotros aprendemos a hablar porque nosotros escuchamos, y, cuando vamos perdiendo la capacidad de escuchar, con seguridad, vamos también teniendo dificultad para hablar. Hay momentos de hablar enredado, hay momentos que vamos hablar muy alto, porque no estamos escuchando, no estamos teniendo la reflexión; hay momentos que vamos comunicarnos de una forma truncada, equivocada, porque quien no escucha no puede dialogar, no puede hablar.

Con ese hombre fue rompido el don de comunicación, porque, una vez sordo, él se convierte cada vez más mudo o va hablando cada vez con más ruidos y dificuldades van suplicar para que Jesús toque en ese hombre, para que Él restaure a Él, para que la gracia de la comunicación divina este nuevamente actuando en él.

La gracia de Dios quiere quitarnos de todo aquello que esta tumultuoso y desordenando nuestra vida

Es eso que Jesús hace. Primero, Jesús el quita de la multitud. Tu sabes que, cuando estamos en medio a la multitud, estamos en el medio de la confusión y en el medio de la multitud, nosotros tenemos dificultad para escuchar, para hablar, porque todo el mundo habla de una vez solo, todo el mundo habla mucha cosa, y las cosas se convierten tumultuosas.

A veces, estamos perdidos dentro de un tumulto, dentro de nuestro propio corazón, porque hay multitudes de pensamientos y sentimientos, las cosas se convierten confusas dentro de nosotros y no escuchamos a Dios, no escuchamos al otro hablar, no escuchamos el sufrimiento de quien esta a nuestro lado, porque esta todo muy confuso, estamos juntos de la multitudes. Y, cuando él es retirado del medio de aquel tumulto, la gracia de Dios toca en sus oídos. La gracia de Dios es Jesús tocando sus oídos para que ellos puedan abrirse.

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Que belleza, Jesús escupió en el suelo con su propia saliva, Él toco en su lengua y suplico al Padre: “¡Abrate! ¡Efatá!”, para que los oídos puedan abrirse, para que la lengua pueda soltarse y ese hombre quedar curado y, nuevamente, vuelve a escuchar y a hablar sin desembarazo.

La gracia de Dios hoy quiere tocarnos, la gracia de Dios quiere quitarnos de todo que esta tumultuoso y desordenando nuestra vida. ¡Lo que nos convertimos sordos, a lo largo de la vida, son los ruidos que vamos acumulando dentro de nuestro interior, y no son pocos los ruidos, son muchos! Vivimos en medio a un tumulto de cosas que agitan nuestro interior. Vamos perdiendo la sensibilidad de la gracia, la sensibilidad de la escucha, vamos perdiendo la capacidad de comunicarnos como deberíamos.

Es por eso que queremos: “Jesús, abre nuestros oídos , silencie nuestro corazón, para que podamos escucharte y, así, comunicar su gracia.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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