04 Dec 2017

La fe nos lleva a tener caridad en el corazón

Dios quiere nuestro corazón sanado, y un corazón sanado es lleno de fe y misericordia con los necesitado

“El centurión contesto: Señor, ¿quién soy yo para que entres en mi casa? Di no más una palabra y mi sirviente sanará” (Mateo 8, 8).

Ese oficial romano esta pidiendo a Jesús por su empleado, para que él sea sanado, porque él fue tomado por una parálisis terrible, esta quito todos los movimientos de su cuerpo. Este oficial romano no viene pedir para si, pero pide por aquel que trabaja para él.

Quien diera que tiene personas trabajando para ellos, tuviera esta misma atención, la misma diligencia, este mismo amor y preocupación.

Este oficial romano tiene dos elementos fundamentales: la fe y caridad en su corazón. Muchas veces decimos cristianos, además, nos falta la fe y, principalmente la caridad con los demás, con aquel que esta a nuestro lado.

Es importante decir que ese oficial romano era un pagano, él no hace parte de la religión oficial; él no es judío, pero dentro de él existe elementos que faltan en muchos corazones religiosos.

Con confianza él busca a Jesús, reconoce su dignidad: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa”. Es como si él dijera: “No soy digno por causa de mis pecados, de mis debilidades. Yo no soy un religioso con tanta fe, pero creo que basta una palabra de su boca para que mi siervo quede curado”.

La fe conjuga con la humildad de reconocer nuestra debilidad, nuestra indigencia, reconocer que, por veces, no somos dignos ni merecedores, pero, Dios por bondad y por gracia nos concede.

Fe es actitud, yo busco, yo creo, me pongo y tengo la convicción de que el Señor puede.

Quien cree implora, busca, va atrás de la gracia que necesita; sin embargo, esta fe necesita ser resguardada por la humildad que, muchas veces, falta en nuestras actitudes.

La fe nos lleva a tener caridad en el corazón. No tenemos fe para buscar las cosas solo para nosotros, nos preocupamos con el otro, vamos atrás de la gracia, del bien de Dios con aquel que esta necesitado. Es por eso que, Jesús atiende el pedido y el clamor del corazón de este oficial y, entonces, su empleado quedó curado.

Dios quiere nuestro corazón curado, y un corazón es lleno de fe y misericordia con los necesitados.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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