La parábola de la higuera
“En aquel tiempo, Jesús les contó una parábola: “Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando veis que están echando brotes, enseguida sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el Reino de Dios está cerca” (Lucas 21,29-33).
Las estaciones y la madurez en la fe
Jesús, hoy, habla de las higueras y de los árboles en el período de los brotes. Él está hablando del verano que se acerca, y usa esas imágenes para hablar de nuestra madurez en la fe.
Madurez no significa solo un tiempo que pasa, sino el tiempo que pasa y cambia aquello que yo soy. Eso es madurez. Es el tiempo en que yo me doy cuenta en mí los frutos de la vida con Cristo. Y madurar no se refiere solo a un aspecto de mi vida, sino madurar en la oración, en nuestra personalidad, en nuestro comportamiento moral, en las relaciones humanas.
Venciendo las síndromes
No se puede vivir la vida en un eterno “síndrome”. Es una forma, una expresión para decir: “Yo nací así, yo crecí así y voy a morir así”. Con la vida cristiana, esto es inconcebible, porque necesitamos madurar y crecer.
La madurez llega cuando encontramos los rasgos de Cristo en nuestra vida. La madurez no llega solo cuando alguien se convierte en padre o cuando se convierte en madre. Son buenas ocasiones para madurar, seguramente, porque cambia mucho, pero si no se dan los pasos, se puede permanecer un padre o una madre inmaduros.
Madurez y responsabilidad
La madurez no llega cuando uno asume un cargo importante. Es una buena ocasión para crecer y aprender mucho a servir a los demás.
Si no se dan algunos pasos, la persona puede convertirse en una tirana, amargada con las frustraciones de la vida y oprimir a mucha gente.
Entonces, Jesús logro su madurez máxima cuando Él comprendió que era el momento de dar su vida por la humanidad, entregándose totalmente a la voluntad del Padre.
Yo pregunto, ¿habré madurado lo suficiente? ¿Ya existen frutos de la vida de Cristo en mi vida? Es un buen cuestionamiento para todos nosotros.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!


