Así dice el Señor Dios: “He aquí que envío a mi ángel y él ha de preparar el camino ante mí. Pronto llegará a su templo el dominador que intentáis encontrar y el ángel de la alianza que deseáis. He aquí que viene, dice el Señor de los Ejércitos. ¿Y quién podrá hacerle frente en el día de su llegada? ¿Y quién podrá resistirle cuando él aparezca?” (Lucas 1, 57-66).
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Prepárese
Hermanos y hermanas, en este día, escuchamos esta palabra que mueve nuestro corazón hacia Dios en este tiempo en que nos acercamos a la gran solemnidad de la Navidad. El ángel que prepara el camino es Juan el Bautista. Pero, de alguna forma, Juan el Bautista era la voz interior que inquietaba a aquellos que lo escuchaban.
También nosotros tenemos esa voz interior que nos inquieta, que nos impulsa al deseo de conversión, de cambio de vida, pero, a veces, todavía nos resistimos. Entonces, necesitamos esa voz exterior representada aquí por Juan el Bautista, pues él inquietaba a aquellos que lo escuchaban, los exhortaba a salir de la fe solo como apariencia.
A veces, tenemos aquella bella apariencia de fe, pero, interiormente, estamos constantemente distantes del Señor, distantes de Dios. Y el dominador que llega es el Dios que se deja buscar, pero no se deja dominar. Hermanos y hermanas, no podemos manipular a Dios.
La verdad ante la mirada de Dios
Las personas pueden ser manipuladas, y, a veces, nosotros las manipulamos, pero Dios no puede ser manipulado. A Dios nadie lo engaña. ¡Usted puede engañar a las personas por mucho tiempo, pero a Dios no! Dios ve todo. Dios ve nuestro corazón, nuestro interior y todos nuestros actos. Él no es objeto de superficialidades; Él es alianza viva, y esa alianza viva exige respuesta, exige entrega y cambio concreto de vida.
Juan el Bautista nos revela esta realidad: el Señor que viene no encaja en nuestras medidas. Él viene por Sí mismo, no por aquello que nosotros esperamos o en nuestros esquemas humanos.
No es posible resistir a Su vida, porque ella no nos fuerza, sino que nos inquieta por dentro, como un fuego que quema hasta purificarnos.
Un fuego que quema y purifica nuestro interior. Él viene y desmonta las fachadas, purifica las motivaciones y derriba las ilusiones.
Disponibilidad para la venida del Señor
Y la pregunta final no es si Él vendrá, sino si nosotros estaremos disponibles cuando Él llegue. Que nuestro corazón esté enteramente disponible para el Señor que viene.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!


