“En aquel tiempo, cuando Jesús llego a la orilla del mar, en la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos hombres poseído pr el demonio, saliendo de las tumbas. Eran tan violentos, que nadie podía pasar por aquel camino Ellos entonces gritaran: “¿Qué tienes a ver con nosotros, Hijo de Dios?” (Mateo 8, 28-34).
La autoridad de Jesús sobre el mal
En este Evangelio, mis hermanos, nosotros necesitamos comprender algo muy importante: Jesús, que se encuentra con aquellos que estaban poseídos, significando la fuerza del mal. Los dos hombres son descritos como violentos, peligrosos, apartados de la convivencia humana. Imagen de la exclusión causada por el pecado.
La intrepidez de Jesús delante del mal
Jesús vá al encuentro de ellos. Él no se intimida delante del mal, porque sabe de su identidad. Jesús sabe quien Él es, y Él sabe para lo que ha venido a este mundo, para librarnos de todo el mal. Y el mayor mal es el pecado.
Y aún fuera del territorio de la Judea, Jesús va donde hay sufrimiento, señal de Su misión universal, es decir, Jesús ha venido para liberarnos de todo mal.
El reconocimiento del mal y la autoridad de Cristo
La segunda cosa: los demonios reconocen Jesús.
Aquí, está un punto muy importante: ¿cuando ellos dicen, que tiene haber con nosotros, Hijo de Dios? Reconocimiento espiritual. Es decir, aún los espíritus malignos saben quien es Jesús.
Aquí muestra la autoridad de Cristo, es decir, Jesús tiene poder sobre el mal, aún antes de la victoria final en la cruz.
La liberación
Perciban, mis hermanos, que, en el Evangelio, también los demonios piden para entrar en los cerdos. ¿Qué significa eso? Liberación. Jesús permite que los demonios entren en ls cerdos, que se lancen en el mar, señal de que el mal es destruido, es decir, Jesús siempre va estar con nosotros para caminar delante de aquel que hoy nosotros vivimos.
Venciendo el misterio de la iniquidad
Padre Jonas siempre dijo del misterio de la iniquidad. Este misterio, mis hermanos, solo puede ser vencido con la autoridad de Jesús sobre nuestras vidas. Jesús ha venido para libertarnos y para convertirnos libres.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!