“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a poner al hijo contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra. Y los enemigos del hombre serán los de su propia casa»” (Mateo 10, 34-11, 1).
Discipulado y conflicto
Amados hermanos y hermanas, el pasaje de Mateo 10, 34-11, 1 forma parte del discurso misionero de Jesús y nos ofrece una reflexión profunda sobre el precio del discipulado y las divisiones que el seguimiento de Cristo puede generar, así como la confianza en la misión que Él confía a sus discípulos.
La naturaleza inesperada de la misión de Jesús
En el versículo 34, miren qué interesante: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer la paz, sino la espada». La misión de Jesús no es simplemente de consuelo o de fácil aceptación, sino de provocar una confrontación entre la verdad del Evangelio y la resistencia del mundo.
Eso es lo que el Evangelio quiere mostrarnos con este versículo, es decir, que no es fácil seguir a Jesús, no es reconfortante, porque la verdad del Evangelio entra en conflicto con lo que el mundo nos ofrece.
La espada como símbolo de división
La espada simboliza la división que genera la elección radical por Cristo, es decir, entre quienes eligen seguir a Cristo y quienes lo rechazan.
Serás aplaudido, pero también serás rechazado. Serás acogido, pero también serás hostilizado.
Serás bien visto, pero también serás calumniado. Por eso, mis hermanos, el Evangelio puede generar un verdadero conflicto, no porque Cristo quiera la violencia, sino porque desafía las estructuras del pecado y de la injusticia.
Las divisiones familiares y la prioridad de Cristo
¿Y cuál es la radicalidad del discipulado? Está en los versículos 35 y 37, donde Jesús habla de las divisiones dentro de la propia familia. Esto, a primera vista, puede parecer contradictorio con su llamado a la paz y a la unidad. Pero termino diciendo que el discipulado exige priorizar la relación con Cristo por encima de todos los demás lazos, incluso los familiares.
¡Miren qué difícil es seguir a Cristo! ¿Cómo voy a dejar de amar a mis familiares por amor a Cristo? Esta invitación a la radicalidad del amor a Cristo cuestiona dónde están nuestras prioridades.
La exigencia de entrega total en el discipulado
La fe en Jesús exige una entrega total, compromiso y fidelidad.
Que Dios te ayude a no renunciar a Cristo por cualquier cosa, pues Él debe ser el centro de nuestra vida.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!