“Tomás, llamado el Dídimo, que era uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. Pero Tomás les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré” (Juan 20, 24-29).
Tomás y la búsqueda sincera de una experiencia con el Resucitado
Hoy celebramos la fiesta del apóstol Santo Tomás, un apóstol ausente, es decir, no estuvo en las primeras apariciones de Jesús. Y por eso hizo todo ese cuestionamiento, queriendo tocar, queriendo ver. Tomás nos muestra, frente a un dicho popular, que somos como él, es decir, que necesitamos ver para creer. Pero eso no es verdad.
¿Un hombre de fe?
Tomás es un hombre de una fe inmensa, y vamos a intentar exponer aquí estos puntos. Tomás representa a aquellos que tienen dificultad para creer sin ver. Es una experiencia común, humana, y todos pasamos por ella, pero eso no quiere decir que no tengamos fe. Es algo de nuestra naturaleza, que toca nuestra humanidad.
La duda de Tomás, “si no veo, no creeré”, no es una negación arrogante por su parte, sino un deseo sincero de tener una experiencia personal con el Resucitado.
¿Un camino hacia la fe?
Es diferente, mis hermanos. Tomás aquí no está siendo arrogante hasta el punto de exigir señales para creer. Es un deseo sincero de ver a Jesús, de verlo resucitado, glorioso. La duda puede ser un camino hacia la fe.
Mis hermanos, aquí está el punto importante de este Evangelio de Santo Tomás. Para llegar a la fe es necesario cuestionar, es necesario dudar, es necesario incluso desafiar a nuestra inteligencia, porque la fe es un desafío a nuestra naturaleza humana, ya que, con la inteligencia, muchas veces no logramos tocar lo sobrenatural de Dios.
Entonces, la duda de Tomás lleva a una fe más madura, siempre y cuando se viva con sinceridad.
Mis hermanos, tenemos que tener esa valentía de no dudar por dudar, porque también María, cuando el ángel le anunció que sería la Madre del Salvador, cuestionó, dudó, preguntó.
Y después de que el ángel le aclara todo, María dice: “Estoy aquí, hágase en mí según tu voluntad”. Es decir, Tomás es alguien que quiere experimentar a Jesús de verdad.
La paciencia Divina y la fe madura
Termino diciendo: Jesús respeta el camino de Tomás, es decir, muestra que Dios es paciente y se deja encontrar por quien lo busca de corazón. Tomás buscó a Jesús con todo el corazón.
Que Dios nos bendiga y nos dé una fe madura, capaz de profundizar nuestra experiencia con Dios; y que Él nos bendiga en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
¡Amén!