13 Jul 2022

Viva la humildad para alcanzar el Señor

“En aquella ocasión Jesús exclamó: Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado. Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos.” (Mateo 11,25-26).

Jesús alaba el Padre, porque los pequeños, porque los humildes acogieran a Él, acogieran Su Palabra, acogieran Sus mandamientos. Los sabios y los entendidos, porque estaban en un puesto muy alto, no conseguían ver el Señor, no conseguían escuchar el Señor porque estaban lejos. Ellos incluso estaban cercas, allí, fisicamente pero el corazón estaba lejos, el “oído del corazón” estaba lejano.

El Señor alabo el Padre del Cielo porque los pequeños estaban allí, cerca de Él, porque el corazón, porque la mente de los pequeños, de los pobres, de los humildes, ellos también ya estaban allí, ellos se rebajaran y por eso escucharan, y, por eso fueron instruidos por Neustro Señor.

El Señor alabo el Padre por estos que fueron humildes. Por supuesto que la clase allí de los “pobres” – vamos decir así – , ella ya tiene una tendencia natural a estar debajo mismo, y Nuestro Señor se rebajo para estar con ellos.

Somos llamados, entonces, a alcanzar a Él y a vivir la humildad, a vivir la pequeñez

Desgraciadamente, los sabios, los entendidos, que ya se sentían superiores, no conseguían ver en el Señor Sus promesas, Sus mandamientos. Jesús alabo el Padre del Cielo porque aquellos pequeños conseguirán darse cuenta de la voluntad de Él, a la voluntad del Padre.

Necesitamos también, delante de este Dios que se rebaja, también nos rebaja en la presencia de Él con humildad. Busquemos con humildad el Señor, no nos sintamos muy buenos. ¡No! ¡Nos sintamos pecadores, porque es en el corazón del pecador que el Señor consigue hacer morada, es en tu corazón que Él consigue hacer morada!

Nos rebajamos delante de Aquel que se rebaja hasta nosotros, y entonces Él puede, exaltarnos y puede instruirnos. El Señor rebaja a nosotros, nos rebajemos también para escuchar a Él, para escuchar a Él y para seguir a Él.

Que el Señor conceda esta gracia a mí y a ti, de la humildad y no de la soberbia; de la pequeñez y no de la altivez. Quien se hace muy grande no consigue lograr ese Dios que se hace pequeño, pobre y humilde, pero quien se hace pequeño, pobre y humilde, logra Nuestro Señor. Y nosotros somos llamados, entonces, a alcanzar a Él y a vivir la humildad, a vivir la pequeñez, para que Dios sea todo y sea grande en nosotros.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!


Padre Márcio Prado

Sacerdote da Comunidade Canção Nova.

Pai das Misericórdias

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