“Cuídense de los falsos profetas: se presentan ante ustedes con piel de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Pero ¡qué angosta es la puerta y qué escabroso el camino que conduce a la salvación! y qué pocos son los que lo encuentran. Ustedes los reconocerán por sus frutos. ¿Cosecha rían ustedes uvas de los espinos o higos de los cardos?” (Mateo 7,15-16).
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Muy bien, mis hermanos, nosotros tenemos un dictado popular que habla que “Cuando la limosna es mucha, el santo desconfía”. Entonces, tenemos que tener ese dictado popular delante de nuestros ojos.
Mucho cuidado con ofertas de salvación muy faciles, ofertas de salvación muy mágicas, porque, falsos profetas – ya decía nuestro Señor – vendrían para decir cosas en Su nombre. Entonces, nosotros necesitamos mucho discernimiento, de la fuerza del Espíritu Santo para saber justamente discernir y separar estas realidades.
Ni siempre lo que nosotros vemos coincide con lo que esta dentro. ¡Mucha atención! ¡Cuidado! Muchas veces, predicaciones, discursos muy revestidos de un moralismo muy grande, de una justicia muy grande, de una rigidez muy grande, puede ocultar una cosa muy terrible interiormente. El peligro de ostentar algo y dentro no ser realmente aquella realidad.
¡Mucha atención! existe un medio para poder descubrir eso, para poder revelar estas realidades. El propio Evangelio nos da este secreto: es justamente los frutos, son justamente los frutos; los frutos de la predicación de la Palabra, los frutos de una vida autentica, los frutos de una vida vivida realmente en la gracia de Dios. Jesús, en el tiempo de Él, también presencio muchas de estas realidades.
Los falsos profetas tiene en los labios aquellas sentencias de condenación, sentencias muy condenatorias
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Los falsos profetas tiene todo siempre muy claro; los falsos profetas tienen siempre todo muy determinado, y ellos sienten, muchas veces, un odio sobre al confronto, tiene mucha dificultad con el confronto. Los falsos profetas no saben dialogar, les gustan de las sentencias. ¡Eso, en el tiempo de hou, esta muy presente!
Los falsos profetas tienen en los labios aquellas sentencias de condenación, sentencias muy condenatorias. “Ese es hereje”, “Ese es excomungado”, “Ese aquí esta perdido”. Cuando nosotros vemos ese tipo de afirmación, ¡mucho cuidado! Porque allí pueden ser justamente lobos en piel de ovejas. Nosotros tenemos que tener atención a eso, porque la verdadera profecía despierta en el corazón, primeramente, una consciencia de sernos profundamente amados por Dios.
No existe profecía que no deba partir de esta verdad fundamental, las personas necesitan sentirse amadas por Dios, porque es esta verdad que va ayudarla a observar los mandamientos, a seguir los preceptos, a amar a Jesucristo, haciendo opciones correctas, opciones justas. Entonces, la profecía necesita partir de eso: nosotros no podemos nunca uniformizar las personas a un estilo, a una forma, pero nosotros necesitamos promover la unidad de las personas. No la uniformidad, pero la unidad en Cristo Jesús, Sus valores y Su Evangelio.
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
