“Y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada” (Lc 10, 42).

Jesús esta en la casa de estas hermanas: Marta y María. Marta, la dueña de la casa, acoge con mucho amor, pero ella recibe Jesús y va cuidar de sus quehaceres, obligaciones y responsabilidades. María también tiene obligaciones, responsabilidades y tareas para hacer, pero ella va ocuparse del esencial, va ocuparse de escuchar Jesús y ponerse a los pies de Él. María va dar toda la atención de su alma y de su corazón para el Maestro que esta allí presente.

Como necesitamos, en los tiempos en que vivimos, descubrir que la esencia de la vida es saber escuchar; primero, saber escuchar a Dios. Estamos quedando sordos para el Sagrado, estamos perdiendo la conexión con el Divino, estamos tan ruidosos, tan inmersos en escuchar lo que esta dentro de nosotros, que son nuestras inquietudes, perturbaciones, preocupaciones y tensiones. Estamos, muchas veces, inertes en nuestras cosas que nosotros olvidamos o no volvemos para el esencial.

No conseguimos más sernos plenos, estamos siempre muy divididos; hay momentos que estamos con el cuerpo aquí; la cabeza en otro lugar y el corazón en otro

Como es difícil concentrarnos, como es difícil incluso en la presencia de Dios hacernos silencio. Los devaneos de la mente, las agitaciones del corazón toman cuenta de nosotros y hace con que seamos personas siempre activas, llenas de cosas, agitadas y con muchas preocupaciones. Es por eso que estamos quedando con tanta facilidad enfermos, emocionalmente estables; es por eso que la ansiedad nos corroe por dentro y por fuera, porque no sabemos parar para escuchar, no sabemos ponernos a los pies de Jesús para escuchar a Él y para que Su Palabra entre en nosotros.

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Muchas veces, no sabemos escuchar ni unos a los otros, como es difícil en el mundo hoy tan rodeado y tan tomado de distracciones, no tenemos la atención de la escucha del otro, no sabemos más comer, no sabemos más hacer comida, no sabemos más encontrarnos con el otro sin ser con el celular en la mano, no conseguimos estar enteros ni en la presencia de Dios ni en la presencia del prójimo. No conseguimos más sernos plenos, estamos siempre muy divididos; hay momentos que estamos con el cuerpo aquí, la cabeza en otro lugar y el corazón en otro. Feliz es aquel que sabe ser pleno y entero en todo que realiza. Feliz, bendecido y curado es aquel que elige el esencial y el necesario: saber escuchar en todo tiempo y lugar lo que tu estas realizando.

Los accidentes ocurren en la vida, las tragedias ocurren a todo tiempo y lugar porque no sabemos concentrarnos en el esencial, estamos siempre tomados por las distracciones, y nosotros mismos nos ponemos en la actitud de perdernos. Para encontrarse es necesario saber silenciar y escuchar.

¡Dios te bendiga!