26 Aug 2021

Seamos prudentes en todas nuestras acciones

“Imagínense un administrador digno de confianza y capaz. Su señor lo ha puesto al frente de su familia, y es él quien les reparte el alimento a su debido tiempo” (Mt 24, 45).

Mis hermanos y mis hermanas, no sabemos en que día el Señor vendrá, en otras palabras, no sabemos ni el día que nosotros vamos a morir, a partir de esta vida. Nosotros vamos al encuentro del Señor que viene a nuestro encuentro.

No sabemos ni podemos perder tiempo con eso, nosotros tenemos que ganar tiempo cuidando bien de nuestra vida y administrando a cada día, como si cada día fuera el primer y el último de nuestra vida. Tenemos que vivir cada momento con intensidad y responsabilidad, porque el empleado irresponsable e imprudente es el peor empleado, es aquel que está allí para cuidar de la casa, pero él desorganiza, hace lo que puede y habla así: “No te preocupes, que el patrón viene solo en el final del día”, “En el final del día, vemos que hacer y dejamos todo en orden”.

¿Y si ese patrón llega en el momento que el empleado no espera y encuentra desorden en tu casa? ¡Que tristeza, que decepción, que descontento es tener un empleado no sólo imprudente, sino incoherente! Es el empleado traidor, es decir, él solo hace las cosas para el patrón ver, sabiendo que él va llegar. No podemos llevar la vida de esta forma.

Yo sé que algunos están dejando para convertirse en el final de la vida, pero el final de la vida puede ser hoy. Algunos están dejando para confesarse cuando están cerca de morir, otros están dejando… “Voy dejar de hacer ese pecado, ese error más para el final de la vida”. ¡No, mis hermanos, el final de la vida es siempre hoy! Es así que se piensa, es así que vive el buen empleado.

Sernos prudentes es cuidarnos de la vida ahora, es estarnos preparados ahora

El buen empleado es aquel que es fiel, es aquel que es prudente. Entonces, tenemos que ser el cristiano fiel y prudente. No basta ser cristianos si no vivimos la fidelidad y la prudencia de la vida. Fidelidad a Dios en toda hora y a todo momento, fidelidad para con el Señor aún con nuestras debilidades; levantarse y no vivir en la hipocresía, no vivir en la lama, pero vivir la vigilancia en los actos, en las actitudes, en todo aquello que hacemos.

Sernos prudentes es cuidarnos de la vida ahora, es estarnos preparados ahora, cuidarnos de lo que tenemos que cuidar ahora, y no dejarnos la vida desorganizada, no llevar la vida de cualquier forma.

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Imagina si voy a visitar tu casa ahora, estas horas: “El padre llegó… Disculpa, no estamos con la casa preparada”. Esté listo, al despertar, al dormir.

¡Yo siempre hablo que una persona vive la vigilancia de la prudencia cuando la primera actitud que ella hace al despertar – además de rezar; por supuesto! – es doblar la propia cubierta de la cama que ha dormido. Quien no cuida, no dobla su cubierta temprano, no va ordenar la vida durante el día.

La vida, la casa, la habitación va quedar el día todo desorganizado. “En el final del día, yo me organizo”. Si tu no organizas ni tu cama, ¿cómo es que vas organizar el resto, el corazón y la vida? Entonces, comenzamos temprano a organizar la casa, la vida, porque el Señor puede venir a la mañana, a la tarde, al medio día, no importa la hora, importa es que estén organizados.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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