“¿Quieren ustedes que los compañeros del novio ayunen mientras el novio está con ellos? Mientras tengan al novio con ellos, claro que no pueden ayunar.” (Mc 2, 19).

El ayuno para los judios era manifestación de lucho y de tristeza. En la cultura de Jesús el ayuno era visto así: lucho y tristeza. Muy diferente para nosotros, cuyo sentido es totalmente al contrario: quitar alguna cosa para recordar que el todo de mi vida, mi alegría es Cristo. Por eso, Jesús recomenda que, cuando hacemos ayuno, no podemos cambiar nuestro rostro, y sí vivir en la alegría, pues quitamos un alimento o alguna cosa, para recordarnos que Jesús es nuestro todo y el espacio mayor en nuestra vida pertenece a Él. Y, si vivo en Él por Él y para Él, mi vida es llena de alegría. Si el ayuno no me guía para el amor, él no tendrá ningún efecto; por más rigoroso que pueda ser el ayuno que hagamos, o que tu hagas, él va ser infértil, vacío y en vano.

Cuando hacemos ayuno, no podemos cambiar el rostro, y sí vivir en la alegría

Nosotros somos invitados constantemente a esta fiesta de matrimonio, que es simbolo de alianza de Dios con toda la humanidad. Invitado significa ser llamado a hacer parte de la vida de alguien; ese alguien es Cristo, que me llama y te llama a unión profunda con Él. Nosotros necesitamos ser modelo de piedad, de espiritualidad, de obediencia a los mandamientos; pero, más que eso, nosotros necesitamos ser en el mundo maestros de la alegría, y no torturadores de consciencia, imponer a nuestros hermanos fardos pesados y vacios.

¿Qué eres capaz hoy de quitar de tu vida por amor a Dios?

El objetivo del ayuno no es en sí la privación de alguna cosa, la renuncia, la abstinencia, y sí aprender a saborear la presencia de Jesús, la presencia del Esposo, que es Cristo, que es nuestra alegría, nuestra fuerza, nuestro alimento, nuestro sustento y nuestra vida. La imagen del esposo representa también nuestra unión con Dios, es un amor que necesita ser reciproco, una sola carne, una comunión profunda de alma y de corazón.

¡Dios nos ama mucho! ¡Dios te ama mucho! Y Su mayor prueba de amor fue cuando clavamos en la cruz y Él nos perdono; dio la vida por nosotros, por mi y por ti. Y, ahora, yo te pregunto: “¿Cuanto tu amas a Dios?”. Porque el tema de hoy habla sobre el ayuno. Entonces, “¿En que eres capaz de hacer por Dios? ¿En qué, hoy, eres capaz de quitar de tu vida por amor a Dios?”. Y no hablo solo sobre alimentos, pero también sobre comportamientos, actitudes, situaciones, pecados que necesitamos quitar de nuestro corazón, para que Dios sea, de hecho, todo en nuestra vida, nuestra única alegría.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, HIjo y Espíritu Santo. ¡Amén!