02 Aug 2021

Saciemos el hambre de nuestros hermanos

“Pero Jesús les dijo: “No tienen por qué irse; denles ustedes de comer.” (Mt 14, 16).

Los discípulos quieren despedir las multitudes porque el día ya va avanzando y aquel pueblo todo esta escuchando Jesús, sanándose de Jesús, porque Él anuncia a ellos a la Palabra que da vida, es la Palabra que da vida llena nuestra alma y nuestro corazón.

Es muy bueno escuchar Jesús, como necesitamos realmente dedicarnos con la gracia de escuchar la Palabra de Dios. Y como nosotros necesitamos llevar ese gusto, ese sabor, ese gusto que es escuchar Jesús, estar en la presencia de Él al corazón de todos los hombres y todas las mujeres, de aquellos que nos rodean.

Escuchamos muchas cosas, vemos películas, vemos programas, escuchamos las personas contando chistes e historias divertidas, pero es solo distraernos, porque, realmente, quien nos sana, quien realmente trae plenitud y vida para nuestra vida es Jesús, por eso, necesitamos escucharlo de todo nuestro corazón.

Es inhumano y triste ignorarnos el hambre de los hermanos

Aquí hay una cosa importante: así como necesitamos cuidar y alimentar nuestra vida espiritual, nuestra vida psíquica y psicológica, nuestro ser entero necesita alimentarse de Dios, necesitamos del pan del cotidiano. Así como no solo del pan vive el hombre, más de toda palabra que viene de la boca de Dios (Mt 4, 4), no es solo de la Palabra que viene de la boca de Dios que vive nuestra humanidad. Nosotros trabajamos para tener el pan de cada día, para tener resistencias, para tener fortaleza y es una bendición podernos alimentarnos bien con la gracia de Dios.

No es solo nosotros y los nuestros, pero todos los hijos de Dios tiene el derecho al pan del cotidiano, al pan de cada día. No podemos permitir que nadie a nuestro lado, a nuestro alrededor, cerca de nosotros, nadie que venga a nosotros vuelva de manos vacías, vuelva con hambre o con sed.

Dios creo este mundo con abundancia de alimentos capaz de sanar más tres planetas, diez planetas como este o cuantos fueron necesarios, porque Dios creo todo en abundancia. Por eso, es triste e inhumano cuando cualquier ser humano pasa hambre, pero es más inhumano y más aún ignorarnos el hambre de los hermanos, hacernos como los discípulos: “No tienen por qué irse; denles ustedes de comer”.

El primer significado es que yo necesito ser alimento para el otro, necesito darme al otro, escuchar el hambre y la necesidad del otro, pero yo necesito dar el pan para sanar la necesidad del otro. Voy coger el poco que tengo, el poco que tenemos a nuestro lado, que sea cinco panes, que sea los dos peces y, con la gracia de Dios, saber multiplicar los dones.

En la humanidad perversa en que nosotros vivimos, las personas guardan, las personas acumulan para sí misma. La sociedad del Evangelio es aquella que multiplica el poco para que se convierta mucho, divide lo que tiene para que nadie pase necesidad. Nos saciemos de Jesús a los demás, pero no nos olvidemos que ni nosotros y ni ellos vivimos sin el pan del cotidiano. Por eso, nos alimentos, pero alimentemos también unos a los otros y que vosotros mismo puedan dar de comer.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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