Necesitamos, con Jesús y en Él, encender la unción de la gracia que esta sobre nosotros
“Jesús volvió a Galilea con el poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región” (Lucas 4, 14).
Queremos contemplar la acción del Espíritu en la vida de Jesús, un Hombre guiado por el Paráclito todos los días de Su vida. Fue el Espíritu que llevo Jesús al desierto, y allá Él vivió ese grande retiro de preparación para Su vida y misión. Fue el Espíritu de Dios que bautizó y guió Jesús a la vida publica, Él que volvió de la Galilea y comenzó Su misión por toda aquella región.
Cuando Jesús entro en una sinagoga, era día de sábado. Él abrió el libro del profeta Isaias, el libro sagrado, y tomó posesión de esta Palabra y de esta verdad: “El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque él me consagró”. El Espíritu, de hecho, estaba con Él, y Él quería caminar guiado por ese Espíritu.
Necesitamos tomar posesión de esta verdad, porque el Paráclito esta sobre nosotros, Él reposa sobre nosotros. Convertirnos tiemplo, lugar de la morada de Dios, pero dejamos esta gracia desanimar, no tomamos posesión de esta verdad, nosotros no dejamos ser guiados ni conducidos por el Espíritu que nos dio la bendición. Es en la unción que necesitamos vivir, predicar, anunciar y vivir en la unción, necesitamos que la unción nos de consciencia de nuestros pecados y nos lleve adelante.
La unción no nos paraliza, la unción de Dios nos reavive y nos da la gracia de caminar siempre en dirección del Señor. ¿Qué hacemos con la llama de la gracia? ¿Qué hacemos con la unción que recibimos de Dios? ¿Qué hacemos con la gracia del Espíritu de Dios que viene sobre nosotros?
Necesitamos con Jesús y en Él encender la unción de la gracia que esta sobre nosotros.
¡Dios te bendiga!
