25 May 2020

Necesitamos tener la coraje que viene de Dios

“Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33).

Es de esta forma que Jesús esta nos consolando, orientando y nos formando para que tengamos paz, pero la paz en Él, la paz que viene de Él. Es la paz que Él nos da, la paz de la mente, de consciencia y corazón, no de una consciencia confundida, pero la paz de quien vive con la rectitud, con la serenidad, seriedad y sobriedad del Evangelio. ¡La paz de quien es justo, humilde y se somete al poder de Dios no tiene precio!

La paz es hija de la coraje y de la osadía evangélica. La misma coraje y osadía evangélica que tuvo Jesús, que no se entrego a los poderes de la muerte, a la tristeza, a la persecución y a los perseguidores. Él enfrento no en el combate mundano, pero en el combate del Espíritu.

Jesús no entrego Su alma para la tristeza, aún que ella tenga tomado cuenta de su corazón, llamado en Su puerta, y que Él tenga sudado hasta sangre, porque se levanto y encaro la vida.

Por eso, la palabra “coraje” nos remite a un otro significado: a la osadía de quien combate, de quien no se deja derrotar por ningún de los embates de la vida, por quien encara delante las adversidades no con las armas del mundo, pero con las armas del Espíritu, armas que viene del corazón de Dios.

Quien tiene la alegría, la coraje y la osadía que viene de Dios no se deja abatir por las tribulaciones

“Coragen, yo vencí al mundo”, ¿y quien es que vence el mundo? Es aquqle que no se entrega para la vida mundana, no se deja el mundo tomar cuenta de tus sentimientos, pensamientos, de dos actitudes y de lo que hace.

Aquel que tiene la mentalidad mundana ya es una derrotado, luego, él se siente debilitado, porque las cosas del mundo no tiene consistencia; tiene mucha euforia, propaganda, muchos gritos, elevación, pero después es arena movediza, donde todo cae por tierra.

Quien tiene la alegría, la coraje y la osadía que viene de Dios no se deja abatir por las tribulaciones, aflicciones, perturbaciones e inquietudes que todos nosotros enfrentamos en el día a día de nuestra vida.

Cuantas tribulaciones enfrentamos en esta vida, nos inquietamos hasta con pocas y pequeñas cosas, con lo que no ha dado cierto, que no ocurrió de forma que deberíamos y esperábamos, con el tiempo que se cierra, con el frio que se hace, con la pandemia que viene a nuestra puerta y limita nuestra libertad, como si alguien pudiera contener nuestra relación con Dios, como si nuestra vida solo pudiera caminar de una forma.

¡No nos dejemos abatir ni nos entreguemos a las tribulaciones que viene a nuestra puerta, nuestra respuesta necesita ser la coraje de Jesús! Es eso que la fe hace en nosotros: la nos pone de pie para enfrentar los desafío, sin dejarnos desanimar, pero encorajando a nosotros y a los nuestros para vivir un día de cada vez en la lucha y en el combate del Espíritu.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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