30 Apr 2019

Permitamos que nuestro corazón sea guiado por las cosas del Alto

“No te extrañes de que te haya dicho: «Ustedes tienen que renacer de lo alto. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3, 7-8).

Esta es la maravilla que necesitamos experimentar: nacer del Alto. El Alto bajo hasta nosotros para que podamos nacer de nuevo de las cosas de Dios.

Yo soy muy agradecido a la mamá y al papá que me dieron la vida. Soy muy agradecido a mi madre que me permitió conocer a Dios y las cosas de Él. Que bueno que no conocí a las cosas de Dios solos de forma superficial, porque he buscado sumergir en ellas y experimentar. No fueron los conocimientos teológicos y doctrinales, el cual me refiero para que puedas sumergir es en Dios y en las cosas de Él.

El hombre de Dios que soy (y que necesito ser a cada día) no viene de los conocimientos, viene de sumergir mi vida para ser un hombre de Dios. Es verdad que no soy el hombre que necesito ser y estoy en mi pobreza, en mi miseria convicto de que necesito, cada vez más, nacer del Alto; cada vez más, sumergir mi vida en Dios.

¿Para donde voy? ¿De donde viene? No tenemos respuestas para estas cuestiones. El Espíritu me lleva para donde Él quiere. Pero tengo una seguridad: yo voy para siempre en Dios.

No importa lo que el Espíritu haga en nosotros, que Él pueda levantarnos, ponernos debajo, pero que podamos estar sumergidos en el Espíritu, guiados y conducidos por el Espíritu, ese es el anhelo de nuestra alma y de nuestro corazón.

El Alto vino hasta nosotros que podamos nacer de nuevo de las cosas de Dios

Yo no puedo desear otra cosa para ti, que crezca como persona humana, que sea un ser humano excelente y extraordinario. Además, sea un hombre y una mujer de Dios, permita recibir el soplo de Dios a cada día de tu vida.

¿Lo que es el soplo del Espíritu? Es aquel soplo que lleva para lejos de nosotros lo que no es de Dios; es el soplo sobre nuestros pensamientos para que quite de nosotros los pensamientos indignos, mundanos, pensamientos de muerte, de venganza. El soplo de Dios sobre nuestro corazón sopla para lejos de nosotros todo resentimiento, toda tristeza, todo aquel agrio y cosas amargas que dejamos muchas veces amargas la vida unos de otros.

Yo solo puedo dejar el soplo de Dios para que inspire, en nuestro corazón, buenos pensamientos, buenos sentimientos que inspire buenas acciones, fe, fidelidad. Solo puedo desear el soplo de Dios para que sane toda la rebeldía de mi alma y de mi corazón, y inspire el santo temor a Dios. Yo solo puedo desear que el soplo de Dios me conceda sabiduría, inteligencia, pero no la sabiduría del mundo, y sí la sabiduría que conoce y guía todas las cosas.

Señor, yo solo puedo desear, cada día, nacer de nuevo, nacer del Alto, nacer del Espíritu. Ser guiado por el Espíritu es el anhelo de mi alma. Que ser guiado por el Espíritu sea siempre el anhelo de su alma, que muera toda aquellas viejas peleas, convicciones, disputas. Y que nazca, a cada día, un hombre nuevo en nosotros, para renovar el mundo, las estructuras, la esperanza y las convicciones.

Nacer del Alto, nacer de Dios, nacer del Espíritu es el anhelo de mi corazón.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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