15 Mar 2022

Permite que el movimiento de conversión se pase en su interior

“Entonces Jesús habló tanto para el pueblo como para sus discípulos:«Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés. Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y no practican. Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas.Todo lo hacen para ser vistos por los hombres. ” (Mt 23,1-5).

Esa es una de las exhortaciones que Jesús hace a sus discípulos y a nosotros, del peligro de la exterioridad. Una exterioridad que no tiene lo que es más importante, que es lo que viene del corazón. Ese movimiento de la Cuaresma, la preparación para la celebración de la Pascua del Señor, necesita nos poner en un movimiento interior, porque Jesús tenía acerca de Él muchas personas que vivían las prácticas externas de la Ley.

Bueno, es corriente decir lo que es justo y hacer lo que es un error, es una maldición que puede estar en nuestros corazones y necesitamos estar atentos a eso. Muchas veces es fácil decir lo que es justo, pero practicar lo que son los valores del Evangelio es una lucha de todo cristiano.

Necesitamos, en primer lugar, dejar que el movimiento de transformación se pase en nosotros

El trabajo, hoy, qué más tiene empleos es el de hablar sobre la vida de otras personas. Y muchas veces tenemos esa costumbre de mirar el camino y la búsqueda de santidad de otra persona y nos olvidamos de lo que más importa: nuestra conversión. Por eso hay que hacer el ejercicio de mirar las propias acciones y cuestionar los propios actos. Ese tiempo de la Cuaresma es el tiempo para hacer eso! ¿Como la Ley de Dios, que debe estar en mi corazón, está produciendo frutos? ¿Cuáles son las señales en mi vida de que pertenezco a Jesús y que sigo sus valores?

Mi conversión también es importante para el inicio de la conversión de otra persona. Puede ser en la familia, o en el trabajo, necesitamos en primer lugar, dejar que el movimiento de conversión se pase en nuestro corazón. Es cierto que en la vivencia del Evangelio, tendrán momentos de anuncio, de exhortación, y ellos son necesarios en nuestros corazones.

Lo que Jesús quiere hacer con ese Evangelio, a comenzar en nosotros, es curar la enfermedad de la hipocresía, curar todo lo que está en nuestro corazón y que nos hace mal y enfermos. Ya que nos hace vivir entre la verdad y las máscaras que pusimos. No estoy hablando sólo de la vida espiritual sino de todas realidades de nuestra vida.

Ese tiempo de la Cuaresma nos quiere ayudar a ver nuestra verdad, porque Jesús siempre estaba ante el mal de la hipocresía en sus discípulos. Así, pidamos al Señor que nos libre de eso mal, que cure nuestro corazón y que nos haga experimentar nuestra verdad, así que con su gracia la transformemos. 

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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