“Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra” (Lc 10, 39)

Cuando Jesús va a Betania, va a la casa de sus amigos; y la casa de sus amigos es, justamente, la casa de Marta, María y Lazaro. Es interesante la forma como Jesús es recibido cuando llega en esta casa de amigos.

Hay aquel amigo que esta ocupado con sus tareas y obligaciones y ya sabe que Jesús es de casa, entonces, Jesús entra y la persona sigue haciendo lo que son sus obligaciones y, después, da atención para el Señor.

Marta, en realidad, es la imagen de cada uno de nosotros demasiadamente llenos de quehaceres y ocupado con obligaciones, trabajos, responsabilidades, y no son pocas nuestras ocupaciones, nuestros trabajos, no es poco decir: “Estoy lleno de quehaceres”.

Ya realmente tenemos nuestras tareas, nuestros trabajos, ocupaciones y responsabilidades. A veces, las 24 horas del día no son suficientes para hacernos todo lo que tenemos que hacer. Pero, aquí, ¡cuidado! Porque el exceso de quehaceres, centralizar en nuestras obligaciones la razón de vivir, va quitando nuestra vida del centro de la gracia, va quitando nuestra vida de su propio sentido existencial. Si no tenemos tiempo para Dios y para nuestro prójimo, estamos viviendo una vida activista, pero no estamos viviendo una vida en la gracia.

Si tu quieres ser una persona intima y cerca de Dios, pare para escuchar Su Palabra

Primero, si no tenemos tiempo para sentar a los pies del Señor para escuchar a Él, podemos hacer todo el trabajo para Dios: predicar, evangelizar, cuidar de mi casa, pero necesito escuchar a Él.

Cuando Jesús exalta María porque ella escogió la mejor parte y la mejor parte jamás va ser quitada de ella, porque, en realidad, la única cosa que nos va restar es el Señor, todo el resto va ser quitado de nosotros. Todo: trabajo va pasar, empleos van pasar, oportunidades se van, las coas materiales que cuidamos.. todo eso va pasar; no vamos permanecer con nada. Pero cuando el Señor es nuestra mayor riqueza, nadie puede quitar Él de nosotros.

No podemos dejar de considerar como tiempo más precioso de nuestra vida, el tiempo que paramos para escuchar el Señor, para sentarnos a sus pies para escuchar a Él. Escuchamos todo el mundo, escuchamos chismes, redes sociales, radio, televisión, los ruidos todos que están dentro de nosotros y, por eso, somos estas personas tan desordenada, desorientada porque hay muchos ruidos gritando dentro de nosotros.

¡Que belleza parar para escuchar el Señor! ¡Ese debe ser el ejercicio más importante de nuestra vida! Si tu quieres ser una persona intima y cercana de Dios, pare para escuchar Su Palabra. María hizo, sentó a Sus pies y la Palabra entro en su vida y, por eso, ella es bienaventurada.

Que nuestra vida también sea marcada por la bienaventuranza y por la felicidad que es verdadera. Porque la felicidad mayor es escuchar el Señor hablando a nosotros por medio de Su Palabra.

¡Dios te bendiga!