10 Mar 2018

Los frutos de la oración dependen de la postura de nuestro corazón

La oración es una postura de vida, es la forma como nos comportamos delante de Dios

“En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!” (Lucas 18,13).

La oración es una postura de vida, es el modo como nos comportamos ante Dios, el Señor de nuestra vida. Podemos comportarnos con indiferencia y frialdad; nuestra oración puede ser: ‘Hola, Dios. ¿Está tudo ok?’. Esta es la oración de la indiferencia y de la frialdad.

La oración verdadera es la oración del compromiso, donde nos comprometemos estar delante de Dios, pero esta oración tiene dos posturas opuestas una a otra. Hay aquel que se pone delante de Dios de forma muy orgullosa; se pone a partir de lo que él cree, de las virtudes que él mismo admira en él, de las practicas religiosas que él tiene. Él reza Ave-Marías, hace parte del grupo de oración, va a misa toda semana o todos los días. Por lo tanto, él hace de sus practicas su orgullo y se presenta ante de Dios a partir de lo que él ya trabajó o trabaja para el Reino de Dios.

Algunos tienen la postura de decir: “Yo ya trabajo para Dios hace tiempo. Yo ya hago eso para Dios”, y en la oración es de la misma forma, pero hay otra postura delante de oración: la postura del humilde, del corazón contrito y humillado, la postura de quien se conoce de verdad, de quien no se envanece con lo que hace; la postura de alguien que entra en la miseria del corazón humano y sabe que no es mejor, no es más importante que nadie y ni puede hacer nada si no es guiado por la ternura y por la misericordia de Dios.

¡El corazón humilde hace su oración llegar delante del corazón de Dios! Pero, ¿por que parece que estas oraciones no se escuchan?

¿Nuestra postura delante de la oración es la indiferencia, el orgullo, la vanidad? O ¿es la oración del humilde, del sincero, del contrito, del pecador arrepentido, de aquel que se humilla y se postra delante de Dios reconociéndose pequeño?

Dios quiere que nuestra oración sea muy fructuosa y los frutos de la oración dependen de la postura de nuestro corazón delante de la presencia de Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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