21 Aug 2021

El humillado es siempre exaltado por la sabiduría de Dios

“El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos. Porque el que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto” (Mt 23, 11-12).

Jesús está enseñando a Sus discípulos y a nosotros también, en los días de hoy, a ternos cuidado con los maestros de la Ley y con los fariseos y, especialmente, observamos nuestra propia vida, para que no nos convertirnos un maestro de la Ley e un fariseo en la vivencia religiosa.

Es importante decir que los maestros de la Ley e los fariseos eran grandes referencias religiosas en la época de Jesús. Los maestros de la Ley eran maestros de la Ley porque conocían la Ley, porque estudiaban y tenían autoridad sobre ella. Los fariseos eran aquellos que tenían una observancia estricta de la Ley Divina, observaban incluso más que los demás. Y Jesús nos está diciendo que ellos no sirven de referencia ni de ejemplo, porque ellos hablan, más no hacen; ellos enseñan, pero no practican; ellos cobran de los demás, pero no cobran de sí mismos; es decir, ellos no tienen autoridad.

Incluso pueden escucharlos, pero no hagan lo que ellos hacen; lo que ellos enseñan sobre la Ley no es mentira, la Palabra de Dios es esta, pero si ellos no dan ejemplo, no siga el mal ejemplo de ellos. Esto es, más que nunca, pertinente para los tiempos en que vivimos.

Quien se exalta, será humillado por la vida, pero humillado, incluso, por el juzgamiento de Dios

Es necesario decir que, muchas veces, incluso nosotros, que estamos enseñando la Palabra de Dios, necesitamos realmente rever a nosotros, porque no basta enseñar, es necesario vivir lo que se enseña; no basta hablar, es necesario primero vivir lo que se habla, porque sino caemos en la gran contradicción de la vida religiosa. Son religiones que cobran mucho en la práctica, son autoridades religiosas que son buenas para hablar, para gritar, para exigir de los demás, pero exigen poco de sí mismas .

Que la Palabra de Dios nos enseñe a no sernos guías ciegos, pero sernos guías de la luz; y, para eso, necesitamos vivir en la luz y en la gracia.

La primera cosa que necesitamos aprender es no sernos grandes, es no querer ser importantes, es no querer ser dueños de la verdad porque comenzamos a caer en contradicción cuando sentimos señores del bien y del mal. Cuando cogemos para nosotros la autoridad de la verdad, creemos que sabemos todo, que podemos todo, que solo pasa por mi criterio, que solo mi verdad es la verdad.

¡Cuidado! Aquel que se siente grande, se convierte menor; aquel que sabe todo, busque ser aquel que más debe aprender. La gran lección de la vida es saber aprender, incluso, con los pequeños.

Quien se exalta, va ser humillado por la vida, más humillado, incluso, por el juzgamiento de Dios. ¡Busque humillar el propio corazón, la propia sabiduría y la propia razón que se siente mayor que todos, porque quien se humilla va ser siempre exaltado por la sabiduría de Dios!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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