Todo domingo es el día del Señor, él nos remite al día definitivo donde Dios para siempre brillará en nuestro medio
“Verán venir al Hijo del Hombre en medio de las nubes con gran poder y gloria” (Mc 13, 26).
La liturgia nos invita a meditar, en este domingo, el Día del Señor, el día que después de grandes tribulaciones de los astros y, así sucesivamente, la gloria de Dios ha de manifestar en nuestro medio.
Necesitamos entender algunos aspectos importantes sobre la parusía, sobre la llegada de Jesús definitiva. La parusía ocurre en nuestra vida, todas las veces que viene la tribulación, viene el consuelo para aquel que es el discípulo del Señor. Jamás aquel que sigue Jesús, vive desconsolado. Puede venir grandes tribulaciones, el sol puede oscurecerse, la vida puede perder el brillo, pero jamás faltara el consuelo, el cuidado y la presencia de Dios en aquel que es fiel, en aquel que vive en la confianza y esperanza del Señor.
Aquel que tiene el corazón en Dios, no se deja abalar por pequeñas cosas y tampoco por grandes cosas, ni por acontecimientos en tu vida cotidiana que han visto verdaderos terremotos, tristezas y tampoco por los grandes acontecimientos en el mundo. Por supuesto que da una revuelta, somos personas humanas, quedamos trepidantes, después de todo, estamos viviendo en medio a muchos contextos calamitosos. Pero, no te olvides que después de cualquier tribulación jamás ha de faltar el consuelo divino.
El día del Señor es el día del consuelo definitivo, del encuentro definitivo. Cuando la humanidad creer que nada más tendrá forma, cuando todo parecer perdido, Dios vendrá buscar los encontrados, aquellos que tiene el corazón que encontró la presencia de Dios.
Dios, va reunir sus elegidos de una extremidad a otra de la Tierra, juntamente con aquellos que ya están en la gloria en el Cielo. Mientras que, para aquellos que no esperaran en Dios, comenzará el tiempo trágico que no tendrá fin; Y para nosotros, sera la gloria definitiva.
El día tremendo de la venida del Señor solamente para quien no lo conoce, pero para aquellos que tiene en Dios su confianza, pueden incluso pasar por persecuciones, días dificiles, afrontar momentos tenebrosos, pero nunca va faltar el consuelo de Dios. El día del Señor no es de miedo, no es de tragedia, por el contrario, es el día de la ayuda, de la salvación y de la liberación del Señor, es el día de la gloria del Señor.
Todo domingo es el día del Señor, pues, nos remite al día definitivo donde Dios para siempre brillará en nuestro medio. Tal vez muchos no se recuerden del Señor y vivieron su vida, haciendo sus cosas. Pero, aquellos que ponen en Él su confianza, vivirán para siempre en la presencia del Señor en el día eterno sin fin, el día que Dios preparo para nosotros.
¡Dios te bendiga!
