12 Oct 2019

Nuestra Señora es la señal de la presencia de Dios entre nosotros

“Pero su madre dijo a los sirvientes: Hagan todo lo que él les diga” (Jn 2, 5)

Con mucha alegría en el corazón, celebramos el día de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, la Madre de Dios, Señora nuestra, Patrona de nuestra amada patria brasileña, Madre de todos los brasileños.

María es aquella presencia constante en la vida y en la historia de los discípulos de Jesús, la primera discípula de Jesús, la hija amada del Padre, aquella que es la esposa del Espíritu Santo. Ella es Madre de la Iglesia, es una Madre presente, afectiva, es una Madre que consuela. Fue Dios quien nos dio María como Madre, fue él quien dijo, en la boca de Jesús, a Juan: “En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia” (Jn 19, 27).

María esta siendo siempre Madre, presente y jamás ausente. En tiempos tan difíciles, como era la época en que ella fue encontrada por aquellos pescadores, ella vino en una pequeña imagen dividida y rota, donde, primero, encuentran el cuerpo y después la cabeza. En realidad, los pescadores encontraran la fe, la esperanza, la confianza, la esperanza materna y consoladora de María. Aquella pequeña imagen fue guardada y se convirtió, en la historia del país mas católica del mundo, el mayor símbolos de fe en la presencia de Dios, fe en un Dios que actúa por medio de lo que es despreciable.

Aquella pequeña imagen se convirtió, en la historia del país más católico del mundo, el mayor símbolo de fe en la presencia de Dios

El bonito de esta imagen es el hecho de que ella fue rota por alguna situación. Sabemos que, desde los antiguos, cuando una imagen era rota y no había más como arreglar, ella era enterrada y, incluso de forma equivocada, tirada en los ríos. Y fue tirando en el rio que los pescadores la encontraran como una señal de fe, como una señal de la presencia amorosa de Dios.

Esta imagen permanece, hace 300 años, como la mayor señal de la presencia de Dios por medio de Su Madre en el medio de la historia de ese pueblo de fe.

Pongámonos a los pies de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, invoquemos su protección y, por encima de todo, escuchemos lo que ella dijo en el Evangelio: “Hagan todo lo que él les diga”.

Ella viene enseñarnos a hacer la voluntad de Jesús, porque el secreto de María es hacer la voluntad de Él, escucharlo, escuchar el momento, escuchar la Palabra. Si hacemos lo que ella pide, vamos ser felices por practicar y vivir en la vida la Palabra del Señor.

María, mira para nuestra aflicciones y dolores, mira, especialmente, para el sufrimiento del pueblo, mira para los nuestros enfermos, mira para aquellos que están perdidos y sin esperanza, mira para nuestros jóvenes perdidos en el mundo de las drogas, mira para aquellos que están oprimidos, deprimidos en el alma y en el espíritu. Tu es para nosotros referencia de fe, luz que nos apunta Jesús, nuestro Salvador.

¡Nuestro Señora de la Concepción Aparecida, ruega por nosotros!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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