08 Feb 2018

No desvía tu corazón del Señor

Necesitamos y debemos mantener nuestro corazón cercano de Dios

“Cuando Salomón se hizo viejo, sus mujeres desviaron su corazón para otros dioses, y tu corazón ya no pertenecía enteramente al Señor, tu Dios, como lo de tu padre, David” (1 Re 11, 4-13).

Nosotros admiramos mucho Salomón con su sabiduría y temor a Dios, admiramos como él fue guiado por Dios, además, es triste observar como al final de tu vida, ya viejo, de edad avanzada, él se dejo desviar; en otras palabras, Salomón resbaló. No es que él tenga abandonado a Dios y no creyera más en Él, o no sirviera más al Señor, simplemente, Salomón ya no era tan fiel y no servía más enteramente a Dios, dejó su corazón dividirse.

Salomón dejó su corazón dividirse para otros dioses y se alejó del Señor. Los atractivos de este mundo, estos pueden ser hombres, mujeres, bebidas, etc.; desvían nuestro corazón. Las personas que nosotros escuchamos, aquellas con las cuales hablamos o cuando dejamos nuestro corazón guiarse por aquello que los demás dicen, todo eso puede desviarnos del Señor.

Necesitamos cuidar de nuestra vida todos los días, porque, nadie se desvía de Dios de una hora para otra. ¡Hoy estoy aquí en Dios, y mañana no estoy más; eso no existe!

Nosotros nos desviamos del camino del Señor a los pocos, lo abandonamos y acabamos siguiendo otro camino, es decir, relajamos. No damos atención y, cuando damos cuenta, nuestro corazón no es más entero de Dios.

David mismos con todos los pecados se volvió, enteramente, para Dios y murrio entero de Él, así nosotros también necesitamos ser, no podemos ser de Dios por la mitad. ¡Seamos enteros del Señor! Necesitamos y debemos mantener nuestro corazón cercano de Dios.

¿Qué es que nos ha robado de Dios? ¿Qué es lo que nos ha dejado fraccionados para Dios? ¿Qué es lo que nos ha robado, a los pocos, nuestro corazón de la presencia del Señor?

Nosotros no podemos morir y ni vivir con el corazón dividido en relación lo que es enteramente nuestro: ¡un Dios que nos ama por entero!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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