“Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24).
Jesús esta profetizando su propia muerte, porque si su vida produjo muchos frutos, si tu vida engendró vida para muchos, tu muerte va ser aun más fructífero. Él es aquel grano de trigo que cayó, murió, pero resucitó. Estamos aquí, porque somos frutos de la Resurrección de Jesús. La fe que profesamos, que llevamos adelante o la fe que nos levanta, a cada día, es la fe en el Cristo muerto y resucitado.
Aprendemos con el Maestro Jesús que también necesitamos morir a cada día; morir para nosotros y para nuestras propias visiones egoístas, para nuestro propio orgullo y soberbia, pero, al mismo tiempo, seguir lo que es necesario vivir para morir, porque es vivir eternamente para Dios.
No podemos más encarar la muerte como si fuera una tragedia ni tirarnos para morir. El morir se da a cada día, sin miedo de vivir. Y vivir la vida de una forma intensa, entregándonos para que otros tengan vida.
Cuando permito al otro vivir, mi vida tiene más significado; cuando doy mi vida en razón de otros, para que otros vivan, mi vida se convierte más intensa y sabrosa.
No miremos la muerte como el fin, pero como el inicio de la vida que brota y resucita
Hoy, queremos mirar para el Maestro, para la vida de Él que esta subiendo a Jerusalén. La ciudad que debería acoger a Él, va rechazar. Allá, Él no va ser acogido, allá van matar el grano de trigo, pero es allá también que ese grano de trigo va resucitar, va florecer y traer vida nueva.
Lee más y conozca:
.:No debemos abandonar el camino de la Cruz
.:Dios forma tus guerreros en las batallas de la vida
No miremos para la muerte de Cristo con angustia; la única angustia es porque no morimos para que la vida de Él este en nosotros. No miremos la muerte de Cristo como tragedia, porque la tragedia es no convertirnos. En lugar de morimos con Él, nosotros matamos a Él a cada día con nuestras obras, con nuestros actos y forma como lidiamos unos con los otros. No miremos la muerte como el fin, pero con el inicio de la vida que brota, que resucita, la vida que nadie puede quitarnos.
Miremos para la muerte de Jesús para dar más significado y sabor a nuestra propia vida, miremos para la muerte de Jesús para no tener miedo de la muerte, porque quien esta en Cristo es una criatura nueva, y no es la muerte que puede detenernos, porque Él vino para darnos la vida plena, vida en abundancia y vida eterna.
¡Dios te bendiga!