19 Jan 2019

Jesús vino para cuidar de los pecadores

Jesús vino para los pescadores, Él es el buen médico de los enfermos, porque quien necesita del médico es el enfermo

“Jesús los oyó y les dijo: «No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mc 2, 17).

Estamos en un mundo enfermo y pecador, y fue en este mundo que Dios se encarnó, que se hizo presente y esta en nuestro medio para sanar todo mal y nuestras enfermedades, especialmente, para liberarnos del poder del pecado.

Jesús vino para los pecadores, por eso Él es el buen médico de los enfermos, porque quien necesita de médico es el enfermo, quien necesita de la salvación es aquel que esta perdido. Los salvos ya están salvos, los sanos ya están sanos.

En la humildad de corazón, reconocemos, a cada día, el mal que el pecado causa en nuestra vida, porque, cuando el reconocemos, nos ponemos en Jesús. Lo que esta ocurriendo es que, muchas veces, llegamos a una autosuficiencia espiritual, y esta autosuficiencia es muy peligrosa para el alma, para nuestro corazón y para nuestra espiritualidad de relación con Dios. “¡Estoy sirviendo Dios a mucho tiempo! Conozco todas las cosas de Dios y de la Iglesia”.

¡Muchas veces ignoramos retiros, no prestamos más ni atención en la Misa! “Ya sé lo que el padre va hablar. Lo que él dijo, no servio para mí”. Pongámonos en un estado de autosuficiencia espiritual, y la gracia de Dios no nos alcance, porque ya no la sentimos. Eso es un mal, y por eso la gracia de Dios no llega, de hecho, hasta nosotros.

El Evangelio es, por encima de todo, una invitación a la humildad de corazón para ponernos a la mesa con Jesús.

Jesús fue a la de Levi, Mateus, el cobrador de impuestos, y se sentó a la mesa con él. Al sentarse con él, Jesús sentó con otros cobradores de impuestos que eran vistos como pecadores. La intención de Jesús era decir que Él vino para sentarse a la mesa con nosotros.

Tal vez podemos pensar que solo los justos y santos se sientan a la mesa con Jesús, pero Él sienta en la mesa con los pecadores. Algunas personas tal vez puede sentir discriminadas, lejos de Dios, no pueden comulgar, porque viven en pecado. La doctrina de la Iglesia sobre la Eucaristia no cambio, pero es necesario decir siempre, de forma muy nueva y contundente, que nadie puede sentirse lejos de Dios. Si mayo es el pecado, más cerca de Dios aquella persona necesita estar.

Si hay algún impedimento canónico para la comunión sacramental, no hay impedimento de aquella alma acercarse de Jesús, hasta porque Él quiere estar con ella. Si ella no puede recibir de la comunión, ella puede recibir de la gracia, ella puede adorar Jesús, escuchar la Palabra de Él, y Jesús puede entrar en la vida de cada uno de nosotros.

Podemos incluso comulgar, todos los días, pero nos falta la gracia de la humildad; recebemos la Eucaristía, pero no significa que estamos en comunión con Dios. Sin embargo, muchas veces, aquel que juzgamos tan pecador, humildemente se abre con tanto amor para recibir Dios y para quedar con Jesús, y Él, va cenar con ella, quedar con ella, como quedo en la casa de Levi.

Él vino para los pecadores, para los enfermos. Presentemos a Él nuestros pecados y nuestras enfermedades.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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