Es por medio de las cosas de este mundo que el maligno nos va arrebatando

“No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno” (Jn 17, 15).

Continuamos acompañando la oración de Jesús, en la Liturgia, y la llamamos de “oración sacerdotal”, porque el sacerdote es el Pontífice, aquel que hace la puente, la intercesión, es aquel que se ofrece en sacrificios por los suyos.

Jesús es el sumo sacerdote, es aquel que se ofrece a Dios por nosotros, es aquel que clama y suplica por nosotros. “Mi Padre, de todo mi corazón, guarda Tu nombre”. Jesús esta pidiendo para que seamos guardados en el nombre del Padre, para que seamos protegidos, bendecidos, iluminados y guiados por Él.

Jesús esta pidiendo que estemos en el regazo, en el corazón, junto de nuestro Padre, y más aún: Jesús no quiere quitarnos del mundo, porque necesitamos estar en él, venimos para dar testimonio que el Padre creó.

A veces, queremos aislarnos del mundo, queremos apartarnos de él, pero no podemos dejar que el mundo entre en nosotros. Cuando me refiero al mundo, son las cosas mundanas, las cosas del maligno. “No te pido que los quites del mundo, pero que los preserves del maligno”.

Necesitamos ser preservados del mal, no podemos ser contagiados por las fuerzas malignas que están rodando el mundo en que nosotros vivimos. No pensemos que basta salir con en el mundo que vamos quedar contaminados, que las fuerzas malignas entrarán en nosotros. No es eso. Necesitamos vivir en el mundo en la comunión con el Padre, en la comunión con Jesús, alimentándonos no de las cosas mundanas, pero de la Palabra de Dios, de las cosas de Él, siendo guiados por el Espíritu Santo, y no por espíritu de este mundo.

Es por medio de las cosas de este mundo que el maligno nos va arrebatando, nos va conquistando y seduciendo. Jesús esta orando, justamente para que seamos preservados del mal, porque nosotros tenemos una misión en este mundo. Si estamos en Jesús, transformamos el mundo que está a nuestro lado, pero si nosotros, mismo siendo discípulos de Jesús, dejándonos llevar por el espíritu de este mundo, el maligno nos utiliza con mucha fuerza.

Señor, preservanos del mal y guardanos en Su nombre.

¡Dios te bendiga!