Invoquemos a nuestro Ángel de la Guarda, consagrémosle todos los días nuestra vida, conversemos con él.
“Voy a enviar un ángel delante de ti, que te guarde por el camino y te conduzca al lugar que te preparé. Respétalo y escucha su voz”
Hoy tenemos la gracia de celebrar a los Santos Ángeles de la Guarda. ¿Qué son los Ángeles de la Guarda? Son regalos, dádivas que el Cielo nos concede. Desde el momento que fuimos concebidos en el vientre de nuestra madre, Dios nos dio un ángel para que nos acompañe todos los días de nuestra existencia.
El ángel es la presencia de Dios entre nosotros, es el mensajero de Dios, es el que trae Su presencia a nuestra vida. Estamos rodeados de ángeles por todos los lados, gracias al amor bondadoso e infinito de Dios. Particularmente y especialmente, tenemos un ángel para que digamos: “Éste ángel es solo mío. Éste Ángel es mi amigo, es mi compañero. Es mi Ángel de la Guarda. Él me guarda, como aquel que cuida de mí, como el que cada día dice a nuestros oídos: “Dios está contigo”. Él nos dice, en todo momento, que Dios nos ama y que el amor de Dios nos debe conducir.
El Ángel es la expresión más amorosa de Dios para nuestra vida, es cuidado, delicadeza y ternura pero, como dice la Palabra de Dios, es necesario respetarlo y escuchar su voz. Respetar al ángel quiere decir andar con él en la presencia de Dios, quiere decir que él es puro y necesitamos andar en la pureza de nuestro corazón para andar en la compañía de este ángel y amigo. Y después necesitamos escucharlo. Tenemos siempre en nuestra cabeza, dentro de nosotros hay muchas voces negativas que parecen demonios que nos agitan, nos traen malos pensamientos y sentimientos.
No prestes atención al mal, presta atención a la voz del bien que es nuestro Ángel de la Guarda, es nuestro compañero y amigo que quiere liberarnos del mal, quiere ayudarnos a andar siempre en la presencia del Señor.
Invoquemos a nuestro Ángel de la Guarda, consagrémosle nuestra vida todos los días, conversemos con él. Tal vez algunas personas crean que no estamos bien, que estamos conversando solos, pero digamos: “Estoy rezando. Estoy conversando con mi amigo, con el regalo que Dios me dio para que me acompañe todos los días de mi vida”.
¡Dios te bendiga!
