“No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo” (Mt 7, 21).
Ni todos que hablan del Señor tiene el Espíritu del Señor, ni todos aquellos que proclaman el nombre de Jesús, que gritan el nombre de Él. exclaman Su nombre, ni todos aquellos que hablan de Dios significa que tiene el Espíritu de Dios. Reconocemos una obra, si ella es divina o de Dios, por los frutos de que ella da, y no por las palabras, porque estas, muchas veces, son palabras que vam al viento. Algunas personas quieren incluso impresionar con sus discursos políticos, en sus discursos de un lado para el oto, en las formas de hablar, y en todo invocan el nombre de Dios, pero las obras no dan testimonio en aquello de que están hablando.
Miremos para nuestra propia vida, pues nosotros, que muchas veces invocamos el nombre del Señor, que clamamos por el nombre de Él, no significa que estamos en Él, porque nos acercamos de Dios no es por la Palabra, pero por el corazón, y la boca necesita exclamar lo que ella tiene dentro del corazón. Muchas veces, la boca pronuncia el nombre del Señor, pero el corazón esta lleno de maldades, de acciones diabólicas, perversas, mentirosas y engañosas. Por eso no basta solo escuchar las Palabras del Señor, es a esto que Jesús refiriéndose: “Si uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca”.
Dios no quiere que tu casa, que tu familia, que nuestra vida se eche a perderse
Lee más y conozca:
.:¿Cómo está tu casa?
.:Oración de liberación de la casa
Una casa para estar bien construida necesita estar muy bien basada. De la casa más sencilla hasta la mayor de este mundo, si ella no es bien basada, cuando viene los vientos, cuando caen las lluvias, cuando viene las inundaciones… Estamos viendo muchas veces, en situaciones de calamidades, casa cayendo, siendo arrastradas, porque no estan muya basadas, pero miramos, muchas veces, nuestra propia vida se arruinando, cayendo, y la expresión: “La casa cayó”. ¿Cuando es que nuestra casa cae? ¿Cuando ella se arruina? Cuando no estamos basados en Dios.
Muchas veces, las personas están desanimadas, están perdiendo el sentido de la vida, el gusto por el vivir. Muchas veces, estamos viendo matrimonios siendo destruidos, familia siendo destruidas, la propia vida humana perdiendo el sentido y la dirección, y nos preguntamos: “¿Dónde estamos basando nuestra vida?”.
No descuidemos de la base de la casa, no descuidemos de la base de la familia, no descuidemos de la base de nuestra propia vida. Es necesario alimentarse, todos los días, de la Palabra del Señor, pero es necesario todos los días, revisar la propia vida a la luz de la Palabra del Señor. Alguien puede venir y decir: Yo iba para la misa todos los domingos”, “Yo rezaba”, “Yo reflexionaba la Biblia”, pero, ¿cómo estamos poniendo en practica? Para bendición permanecer en ti, en tu casa, en tu familia, no basta tener una Biblia abierta, no basta hacernos oraciones de vez en cuando, es necesario venir purificando, renovando, lapidando, orientando la vida y convirtiendonos apartir de la Palabra.
La Palabra no es solo para ser leyda o escuchada, pero la Palabra de Dios es para ser vivida, vivenciada y practicada, ai estaremos edificando sobre la roca nuestra casa. Durante la vida, son muchas las lluvias, las inundaciones, los vientos que dan contra nuestra propia vida, contra nuestra propia casa. Quien esta fuerte en el Señor, Dios sostiene, quien sostiene es Dios, pero quien edifica tu casa sobre la arena, ella arruina, y Dios no quiere que tu casa, que tu familia, que tu vida se arruine. Por eso, basemos la vida en practicar la Palabra de Dios, porque es así que entramos en el Reino de los Cielos.
¡Dios te bendiga!
