25 Jul 2021

Dividamos el pan que Dios multiplica en nuestra casa

“Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron” (Jn 6, 11).

Jesús es la Palabra viva en nuestro medio, Jesús es el pan de la Palabra que nos alimenta y que alimento las multitudes de Su tiempo. Él sigue nos alimentando y nos saciando, porque Él es el Pan que vino del Cielo y vino alimentar nuestra hambre de la eternidad.

Como necesitamos alimentarnos del pan de la Palabra, y es por eso que las multitudes se acercaban de Jesús, las personas se acercaban de Él porque Sus palabras tenían poder y autoridad, porque Jesús alimentaba con el pan de la Palabra. Pero es necesario tener los pies bien en el suelo, porque vivimos en este mundo y, en este mundo, donde pisamos en el suelo, necesitamos del pan de cada día para alimentarnos y sostenernos.

No podemos ser aquellas personas de una espiritualidad desencarnada y creer que vivimos solo de la Palabra: “ Pero Jesús le respondió: “El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4).

Necesitamos saber dividir el pan que Dios multiplica en nuestras mesas

No es solo de la Palabra que viene de la boca de Dios, necesitamos alimentarnos todos los días; y trabajamos, incluso, para tener el pan de cada día dentro de nuestra casa, para que sostener tus hijos, sostener a si mismo, para tener fuerzas para el trabajo. Entonces, nosotros necesitamos llevar el pan de la Palabra para las personas, pero no podemos ser fríos, indiferentes e inconsecuentes con muchos que no tiene el pan de cada día para comer.

Aquellas multitudes escucharon Jesús y Él se preocupo con ellas, Jesús se inquieto con ellas; y Él mismo pregunto a Filipe: “¿Donde vamos comprar pan para que ellos puedan comer?”.

Si yo no me preocupo con quien no tiene el pan de cada día, si no me preocupo con el hambre de las personas , es señal de que no estoy siendo una persona humana. Mi espiritualidad es una espiritualidad desencarnada y no es humana, donde la persona humana no importa para mí. No estamos tratando como ángeles; los ángeles están en nuetsro medio, los ángeles se sanan de la presencia de Dios. Las personas humanas necesitan saciarse de Dios y del pan de cada día, del pan que no es mío, él es nuestro.

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Por eso, rezamos a cada día: “El pan nuestro de cada día danos hoy”. Nuestro egoismo humano transformo el alimento que era “nuestro” en “mío”, y cada uno se preocupa con su pan, con su comida. Incluso en casa, mi madre hace comida pero, muchas veces, como hambrientos, preocupado con mi hambre. Y la comida no es para mi hambre, es para nuestra hambre, el alimento no es para que yo coma, es para que nosotros comamos.

Necesitamos urgentemente saber multiplicar el pan que Dios nos da, dividir el pan que Dios multiplica en nuestras mesas.

Es triste constatar que en un domingo tenga muchas mesas llenas a costo de muchas mesas que falta todo; falta el alimento, el sustento y el cuidado. No vivamos una espiritualidad desencarnada, pues hay muchos pasando hambre en nuestro medio. Necesitamos ser como Cristo, preocupados con el hambre y trabajando para multiplicar panes, para que nadie pase hambre en el mundo en que estamos.

¡Dios te bendiga!

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