20 Jun 2022

Corrija tu corazón en primer lugar

No juzguen a los demás y no serán juzgados ustedes. ¿Qué pasa? Ves la pelusa en el ojo de tu hermano, ¿y no te das cuenta del tronco que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero el tronco que tienes en tu ojo y así verás mejor para sacar la pelusa del ojo de tu hermano.” (Mateus 7,1.3.5).

¡Palabra dura, mis hermanos! Palabra exigente porque, muchas veces, nosotros nos perdemos en la vida del otro y olvidamos nuestro propio camino, olvidamos de nuestro camino personal de conversión.

Porque, muchas veces, el otro es para nosotros el espejo de nuestras verdades, muchas veces, el otro llama nuestra atención porque acabamos viendo en él lo que esta oculto dentro de nosotros.

El error es de pensar, muchas veces, que lo que nosotros vemos en la otra persona sea un mal, sea un error, un defecto y no conseguir ver eso en nosotros – “¡No! ¡Eso esta en mí! Aquello que veo en el otro también puede estar oculto dentro de mí”.

Cuidado con tus criterios de juicio, porque ellos pueden ocultar las imperfecciones que tu tienes dentro de tu corazón

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Existe un mecanismo de defensa de nuestro ego que, en la psicología, nosotros llamamos de proyección. La proyección es cuando yo no consigo, conscientemente, lidiar con algunas de mis imperfecciones, ¿que hago? Yo proyecto ellas en los demás, yo comienzo a ver en el otro lo que no acepto en mí, lo que aún en mí no sta integrado, no esta redimido. Bueno, es un trabajo tanto de psicología, pero también espiritual. Porque nosotros necesitamos hacer esta junción dentro de nosotros.

El juicio que nosotros tenemos en relación a los demás, muchas vece, pude revelar esta no aceptación de las mismas cosas que están dentro de nosotros. Mucho cuidado con tu rigidez, mucho cuidado con tus criterios de juicio, porque, muchas veces, ellos pueden camuflar y ocultar las imperfecciones que tu tienes dentro de tu corazón.

Por eso, la necesidad de reconciliarnos con quien nosotros somos. El Hijo de Dios, justamente, vino a la Tierra para reconciliar nuestro corazón con el corazón de Dios, pero también reconciliarnos con nosotros mismos.

San Juan Pablo II, cuando comenzó su Pontificado, escribio una bella encíclica, llamada “Redemptor Hominis” (El Redentor del hombre); y él decía que el hombre que quería comprender a sí mismo, necesita acercarse de Cristo. Entonces, acercarnos de Cristo porque allí nosotros vamos a comprender quien nosotros somos de verdad, por eso, nuestras miserias interiores ellas necesitan ser presentadas al Señor.

La Palabra de Dios es muy clara: quite, primero, el mal de dentro de ti, corrija en ti lo que tu deseas mucho corregir en el otro, y, después, el mundo alrededor de nosotros va ser transformado. Primero, en mí, después, en los demás.

Vamos pedir que la Palabra de Dios pueda iluminar nuestro interior, hacernos tener contacto con nuestras miserias, imperfecciones y debilidades, ara que, una vez restaurados, nosotros seamos solo instrumentos más benévolos en la vida de nuestros hermanos.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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