12 Jan 2019

Combatimos nuestros pecados cuando los reconocemos

Caemos en un pecado mayor que es el orgullo, la soberbia de creer que ya estamos santos y no repararnos los pequeños pecados

“Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca, pues lo guarda el que ha nacido de Dios, y el Maligno no puede tocarlo” (1Jn 5, 18).

Esta es la gracia de Dios en nosotros. Nacer de Dios es vencer el pecado, es decir que el pecado no manda ni tiene la palabra final en nuestra vida

A cada día, cuando vamos llevando nuestra vida en Dios, la fuerza, la gracia, el amor y la luz de Él en nuestra vida nos dan fuerzas para combatirnos el mal y el pecado. Tal vez, podamos engañarnos y creer que no pecamos más, entonces, caemos, en un pecado mayor, que es el orgullo, la soberbia de creernos que ya estamos santos; no repararnos los pequeños pecados ni aquellos que son incluso grandes, pero, por causa de la corona de la santidad que ponemos en nuestra cabeza, no somos capaces de percibir los pecados que están en nuestro alrededor.

La gracia de Dios en nosotros, la gracia que nos regenero, que nos santifico y nos renovó nos da la gracia de, a cada día, reconocer que somos pecadores e ir para el campo de batalla, para aquel campo donde reconocemos que pecamos y combatir el pecado. Cuando decimos que cuando nacemos de Dios no pecamos, es como decir aquel que nace de Dios no se conforma con el pecado.

Quien nace de Dios peca y cree que es normal, pero cuando somos de Dios, nosotros nos equivocamos, y pedimos la gracia para combatir aque pecado. No nos conformamos con el pecado, no normalizamos con aquello que no es normal, no transformamos el mal en bien. Por la gracia de Dios, nos guardamos del maligno, para que él no nos alcance ni nos robe por él.

¿Cómo el maligno roba un corazón? Cuando él consiguió hacer aquel corazón se convencer de que el mal que él hace no es mal, que el pecado que él hace no es pecado, y vivimos en un mundo dominado por él.

Hay personas hablando mal de la vida de los demás y creyendo que no es mal; hay personas prejudicando los demás, pero no veen mal eso; hay personas viviendo ofensas graves a Dios, pero no veen pecado en eso, ahí el maligno es el vencedor.

Aquel que esta en Dios reconoce sus debilidades y, por en cima de todo, su pecado; y trabaja con la gracia de Dios para combatir el mal y no se conforma con el pecado.

Que podamos, a cada día, renacer en Dios; y la gracia de Él nos convierte victorioso en el combate al mal.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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