13 Jan 2021

Pongamos nuestras enfermedades a los pies de Jesús

“Y Jesús empezó a visitar las sinagogas de aquella gente, recorriendo toda Galilea. Predicaba y expulsaba a los demônios” (Mc 1, 39).

La acción de Jesús es anunciar el Reino de Dios, y el Reino de Dios es anunciado predicando y anunciando la Palabra, y la Palabra predicaba y anunciada realiza la cura, la liberación, la restauración, y expulsa el poder del mal de nuestra vida.

Por eso, ellos llevaban los enfermos, los poseídos por el mal para estar a los pies de Jesús. Hablo siempre, y necesito repetir con toda la vehemencia del mi corazón: pongamos nuestras enfermedades a los pies de Jesús, pongamos nuestro corazón enfermo a los pies de Él, supliquemos la cura, supliquemos que Él nos bendiga.

Muchas enfermedades crecen en nosotros porque no conseguimos controlar nuestras emociones. ¿Cómo vamos lidiar con cualquier enfermedad en esta vida – me refiero – a las enfermedades físicas que, muchas veces, no deseamos, pero que viene de encuentro a nosotros – si no adquirimos estabilidad emocional, si nuestras emociones no estuvieren en el poder y en la autoridad de Dios?

Estamos enfrentando verdaderas patologías y enfermedades porque no estamos dejando Jesús tomar cuenta de nuestro corazón

Vamos someter nuestras emociones al poder de Dios. No dejemos que nuestra vida quede descontrolada tampoco dejemos llevar emocionalmente por cualquier irritación, inflamación o preocupación. No nos permitamos ser tomados ni dominados por los sentimientos negativos, porque así estaremos vencidos por cualquier debilidad.

Pongamos en los pies de Jesús lo que nos preocupa e inquieta. Pongamos en los pies de Jesús el mal que actúa en nosotros, nuestros mal pensamientos y sentimientos.

Alguien me dijo: “Padre, no consigo perdonar tal persona, porque no sal de mi cabeza lo que ella hizo a mí”. Entiendo, y una vez que no sale de nuestra cabeza, también no sale del corazón; y se una cosa no sale de la cabeza ni del corazón, toma cuenta de todo el cuerpo, y de a poco vemos el cuerpo enfermo.

Entreguemos a Jesús el resentimiento, la tristeza, porque se eso engendrar odio, va vertiendo toda tu alma. Estamos enfrentando verdaderas patologías y enfermedades porque no estamos dejando Jesús tomar cuenta de nuestro corazón. Estamos dejando crecer en nuestro medio el odio, la rabia, la discordia, las ofensas. ¡Y guanta corazón! Pero él, muchas veces, no aguanta, no resiste.

Entreguemos a Jesús las aflicciones del alma y del corazón para que Él nos sane enteramente.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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